Una presidente confesando su deseo de quedarse con lo que aun no tiene hasta llegar al límite de que no quede nada que no sea de ella, es la negación misma de la pluralidad y de la vida en libertad. Su gesto provocador y su decisión de remarcar el "por todo" como para que a nadie le queden dudas de sus intenciones, no son propios de un presidente democrático que debería mantener el respeto por todo el pueblo, piensen o no como ella, y sin aspirar, justamente, a meter a "todos" bajo su redil. De lo contrario habría que interpretar el hecho como una amenaza; como el aviso oficial para que los que tienen algo con lo que la presidente quiere quedarse, vayan despidiéndose de su propiedad, sea esta material o de pensamiento.
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