Confieso que me es difícil
escribir últimamente. Es una sensación de asco, cansancio y resignación. Asco
de lo que me rodea, cansancio de esta varadura y resignación de no poder hacer
nada para cambiarlo. Estupor frente a la nadería de la gente. Siempre la tuve.
Desde joven. Nunca entendí como la gente puede seguir con su vida
normalmente en medio del desastre.
Hay quienes huyen de la realidad, por deseo
o por necesidad. Hay quienes no necesitan evadirse, no tienen noción de la
misma. Hay quienes viven en otra versión de la realidad.
Todos vivimos en versiones de lo
real. Y a eso le llamamos realidad. Que
no es otra cosa que el relato de lo real que cada uno de nosotros nos hacemos. Cada
uno de nosotros vive en distintas versiones de lo real. Más o menos
coincidentes, porque no somos –la inmensa mayoría de nosotros- psicóticos.
Las cosas son lo que son y
existen más allá de nuestra interpretación. Esa manera de tomarlas, de verlas,
de interpretarlas es nuestra subjetividad. Lo más preciado para cada uno, lo que
uno es, una subjetividad, el lugar en donde uno no es una cosa más en el mundo.
Las subjetividades hablan, construyen relatos sobre lo real. Tienen pequeñas
alucinaciones, esas que denominamos ilusión.
Que no es una mera percepción errónea de lo real, sino una construcción subjetiva. Las ilusiones ayudan a vivir, pero a la vez aniquilan.
Hacemos todo lo
posible por no desilusionarnos, la
desilusión duele, y no queremos el dolor. Ese quiebre que da enterarse
de que las cosas no son como pensamos, de que nuestra vida es otra cosa que la
película que creemos estar protagonizando. Nos pasa con un amor, con la
profesión, con el país.
Ser humano es eso: Inventarse una
historia y vivir dentro de ella. Una historia que está compuesta de varias
historias. Coincidentes o divergentes.
Las historias de cada una de las cosas
que componen lo que uno es, amante, padre, profesional, amigo, ciudadano. Lo
que a cada uno se le ocurra que es y cómo es. Y el fatal resultado en felicidad
o no que eso nos da.
¿Qué película se hace la gente
cuando sale a la calle? ¿Qué se cuenta de su vida misma? ¿Qué cree que está
pasando? Seguramente no lo mismo que veo yo, no lo que yo siento, no lo que yo
pienso.
Para muchísima gente la vida continúa como si nada. Efecto de su propio
relato personal. De allí la importancia del gran relato político que contiene
al individuo. La ilusión masiva, colectiva.
De allí El Relato, como se denomino
al relato político de los últimos ocho años del actual régimen político-económico.
Sin duda, siempre hubo un relato. Este último no es el único, aunque se
pretenda así. Porque es el único que se meta referenció a sí mismo. Que
pretendió ser omni comprensivo. Y pretendió solapar y suplantar con las
palabras la realidad toda. Todas las versiones de lo real del poder político se
pretenden totales, siempre. Esta última es la que más lo consiguió.
Y no sólo porque
la mayoría de las personas creyera en ella -que eso sucedió-, sino porque no
tuvo otra versión que lo contrastara. Si así sucediera, se habilitaría otra
construcción en lo real político que abriera la alternativa a lo existente. Las
personas podrían ubicar su existencia allí y apostar por el cambio. Pero no la hay.
El poder reinante ganó el combate en la mente de las personas. Y lo hizo
porque realizo las ilusiones de las mayoría de las personas del país, no sólo, ni necesariamente, en lo material, sino en lo ideario. Supo sumar los mitos de cada
individuo, de cada grupo, de cada pequeño colectivo y llevar el agua a su
molino, contener todas las aguas, impedirles desbordar y capturar su energía
para sí.
Eso fue El Relato. Algo tan potente que se construyó en base a las
ilusiones personales, no algo que se les impuso desde afuera.
Hoy lo real supera al relato.
El
tiempo del cinismo ha empezado para el poder político. Para la gente común
sigue la ilusión. La ilusión de no perder lo real. Para los creyentes un tiempo
de silencio.
Para los fanáticos la generación de lo ya imposible: un relato que
pretende acomodarse a las cosas diciendo que estas no son lo que en verdad son.
Un nuevo relato, esta vez con minúscula y minúsculo se está gestando. Es el que
cubrirá la huída, la imagen de sí mismo, de sus ídolos y de sus mitos que cada
uno necesita salvar, para sí, en la hecatombe.
Sobre todo de El Mito, que se
retirará a lo profundo y oscuro, a la espera que sus oficiantes vuelvan a
construir sus templos. En tiempos más propicios dónde los rituales, los
festejos, las creencias propias y los sacrificios de los enemigos puedan
realizarse a la luz del sol.
Para los cuatro gatos locos de
siempre. Los que vivimos la historia de un país y, sobre todo, una cultura que
nos habita, en decadencia. Los que lo vemos todo irse por la cloaca y a la
cloaca. Los que vivimos la desilusión y el dolor. Para nosotros no hay
consuelo.
Ya lo sabemos. Este país fue, es
y será así. Un largo padecimiento estanco, esperando algo exterior que lo saque
de la inercia.
Mientras la mayoría se aferra a
su ilusión, flotando decúbito dorsal, los ojos entrecerrados, el sol en la
cara, el agua tibia, posición antálgica por excelencia. Nosotros, que sabemos
que no va a haber orilla que nos salve, aguzamos el oído, atentos a los
crujidos que retumban en el agua. Y pensamos: “Cuando se rompa el dique…”
Muy bueno, DF.
ReplyDeleteDF, Ud. está capacitado para armar un relato alternativo que pueda entusiasmar, no afloje, no se resigne.
ReplyDeleteMe identifico con su sentimiento y es por eso que no posteo desde la masacre de Once que me dejó estupefacto. Ya no quiero entender y dar sentido a lo que pasa. La impotencia tenemos que transformarla en acción, de lo contrario, nos mata.
Triste y excelente post. No podemos dejar el ideario en las manos de una Sarlo, un Lanata, un Caparrós o toda la progresía de Clarín que no titubeó en apoyar a éstos sátrapas y ahora, cínicamente, toman distancia, esperando al próximo mesías que renueve el ideario socio-colectivista que nosotros sabemos fallido en su esencia.
Saludos.
Don Pero, si la opción es Sarlo, la cosa va a estar muy complicada. Aunque reconozco que es otro nivel de gente y tal vez sea rescatable.
ReplyDeleteExcelente, Don Freeman.
ReplyDeleteComo siempre, bah.
No sé si será muy cierto, pero ‘se es más feliz por lo que se ignora que por lo que se sabe’ dice el refrán. Y uno no se la quiere dar de iluminado, pero como bien señala DF, al menos no estoy psicótico, y no creo haber perdido el discernimiento sobre lo real. Que en un país como éste, no puede traer sino dolor.
ReplyDeleteExiste algo que se llama sublimación, esto es, la transformación de una dificultad, de un dolor en algo más elevado, en un hecho, precisamente, más sublime. Personalmente, esa capacidad me la brindó a través de mi vida, la música. En soledad, en mi estudio de grabación -al que le puse por nombre, fijensé Uds., “Cápsula Libre”- suspendo la realidad por un buen rato. Y, paradójicamente, esa suspensión me devuelve canciones en lo real. Un fruto, al menos.
Escribir en este blog, creo no equivocarme, también es, para nosotros, expurgar de algún modo un ‘dolor país’. Ahora bien, ¿nos devolverá esta queja algún fruto bueno? A juzgar por algunas revueltas en el mundo iniciadas a través de redes sociales que han podido operar sobre la realidad, existe la posibilidad. ¿Podemos permitirnos esa esperanza? No estará, en todo caso, en nuestra expresión de deseos, sino en el de la gente, un azar altamente improbable, sino imposible.
Gus VF
Excelente y triste a la vez.
ReplyDeleteEse sentimiento me viene acompañando toda la semana. Tuve que llevar el auto a arreglar y estoy yendo al trabajo en colectivo. De Carlos Spegazzini a Ezeiza, ida y vuelta. Durante toda ésta semana y la realidad es tristemente real. La marginalidad nos supera. Ver a todas las pendejas embarazadas ó acarreando algún pibe, los pendejos con corte wachiturro y con cumbia en los celulares a todo volumen y para el que quiera escuchar.
De la vestimenta mejor ni hablar, así van a trabajar? dónde?
El paisaje es desolador, casas más bien tirando a ranchos que se mezclan con alguna de material. Autos que apenas funcionan y 0 km.
Dónde está el éxito del modelo?
Párrafo aparte el estado de los colectivos y sus chóferes.
Creo que el Relato es lo que es, porque a los que va dirigido, no tienen materia gris para decodificarlo. Simplemente eso.
Fulano.
Fulano, hay como un culto a la pobreza y al pedorrismo tercermundista. Me parece que tiene que ver con un rechazo a todo lo que tenga que ver con hacer bien las cosas.
ReplyDeleteFulano, cuando me toca hacer un viaje como los que estás haciendo en estos días, inevitablemente me vienen estos versos de Borges:
ReplyDelete'Las fatigadas leguas incesantes del suburbio del Sur,
leguas de pampa basurera y obscena, leguas de execración,
no se quieren ir del recuerdo.
Lotes anegadizos, ranchos en montón como perros, charcos de plata fétida:
soy el aborrecible centinela de esas colocaciones inmóviles.
Alambre, terraplenes, papeles muertos, sobras de Buenos Aires'.
..........
Y eso que Georgie no alcanzó a ver nada, comparado con lo que es hoy día!
Poema 'Insomnio' completo:
http://www.psicofxp.com/forums/literatura.62/640882-insomnio-jorge-luis-borges.html
Saludos
Gus VF