Creo yo, bah. Aunque soy conciente de que ser progre en muchos casos tiene que ver con una enorme pereza mental.
Para darse una idea de la magnitud de los resultados que generaba la Argentina de la vigencia de la Constitución de 1853-60, basta con comparar los indicadores del país en esos años – cuestiones como ingreso por habitante, tasa de alfabetización, automóviles por habitante, un poco más adelante red de ferrocarril, tasas de acceso a agua potable y cloacas, teléfonos y piezas postales por habitante y demás - con los de países como Australia, Canadá, Italia, España, Francia, y hasta Inglaterra y Estados Unidos.
Ni les digo de comparar con la Argentina previa a la Constitución de 1853-60 ni con otros países del subcontinente porque a nadie se le hubiera ocurrido en ese entonces por lo absurdo.
Por otro lado, ¿alguien realmente cree que millones de inmigrantes se hubieran mudado a Argentina de no haber considerado que las posibilidades que los esperaban eran muy superiores a las que dejaban?
La primera oleada vino engañada como empleada doméstica de Ciudad del Este, pero, ¿y las demás?
¿Eran una manga de tarados todos?
Hace 100 años mi bisabuelo vino de España porque había contraído una deuda por un negocio en España y no la podía pagar. Se vino en barco desde España, trabajó 6 meses en Argentina y se volvió a España con el dinero para pagar la deuda. Después mi abuelo se vino a vivir acá definitivamente. Hace 100 años España era muy pobre al lado de Argentina. En Europa era muy difícil ganar lo que se ganaba en Argentina y sin sindicatos ni leyes laborales, y gobernaba el PAN, "la derecha". En esa época Argentina era para muchos europeos lo que hoy es USA para muchos mexicanos.
ReplyDeleteEn 1960, el P.B.I. argentino era SEIS veces superior al de España.
DeleteComo lo dije cuando mi producción bloguística era mayor -y mi desánimo menor-
ReplyDeletehubo una época, no tan lejana –la que vio nacer a mis padres- que Argentina se situaba en otros niveles y apuntaba más alto. Hacia el centenario de la Revolución de Mayo y de la Independencia de 1816, nuestro país había experimentado un milagro económico. Desde la organización nacional -1860- hasta 1916, Argentina se convirtió en tierra de promisión para muchos inmigrantes, que dejaban sus países de origen –principalmente Italia y España, pero también Rusia (los judíos que huían de los pogroms zaristas), las actuales Siria y Líbano, Francia, Irlanda, Gales- buscando, según los casos, mejorar su fortuna o preservar sus vidas y libertades, objetivo que consiguieron en la totalidad de los casos.
Basta una lectura de la guía de teléfonos de la Capital Federal, de los pueblos de las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba, Mendoza y todo el sud del país, para advertir que los apellidos que allí figuran, en una proporción considerable, nada tienen que ver con la colonización española inicial. Eso nos habla de un país que se formó por la inmigración extranjera, y no hay inmigrantes donde las condiciones económicas, institucionales y jurídicas no brindan un marco acogedor. Hubo una Argentina que atraía, a diferencia de la actual Argentina expulsora de jóvenes y que roba sus ahorros e ilusiones a los viejos.
"...Sin desconocer que existieron situaciones de pobreza e inclusive de miseria en todos los tiempos, Argentina fue, durante muchos años, una nación con salarios similares o superiores a los imperantes en países que hoy nos superan con creces"...."...Si comparamos los salarios por hora cobrados en 1911 y 1914 en Buenos Aires, París y Marsella, en siete categorías de trabajo distintas, vemos que los salarios de Buenos Aires eran un 80% mayores que los de Marsella en todas las categorías y un 25% más altos que los de París en la mayor parte de las categorías. Hasta la Primera Guerra Mundial, aunque el ingreso per cápita en Estados Unidos era mucho mayor que en Argentina, el salario promedio que recibía un inmigrante al llegar a Buenos Aires era similar al que recibía un inmigrante que llegaba a Nueva York. Un informe de 1921 del departamento de comercio exterior del Reino Unido confirmó que los salarios en Argentina eran mayores que en Europa (Díaz Alejandro, 1970, págs. 43–44).
La extensión de la clase media argentina, su cultura y la movilidad social ascendente que la caracterizaba fue, durante mucho tiempo, un orgullo de nuestro país y una nota claramente diferencial respecto del resto de Iberoamérica. Profesionales, pequeños o medianos comerciantes, productores agropecuarios o industriales, directores y gerentes de empresas más grandes. Esa clase media, al amparo de la estabilidad monetaria y de las posibilidades abiertas al crecimiento que caracterizaban a nuestro país, ahorró, hizo estudiar a sus hijos, progresó y se incorporó activamente al quehacer económico, político y cultural de nuestra patria. La movilidad social caracterizó a la Argentina por muchos años, y se está perdiendo a pasos acelerados, configurando un cuadro de creciente latinoamericanización, dicho sea esto sin una connotación peyorativa, sino descriptiva de la realidad de nuestro pobre sub-continente" (http://juliomvrouges.blogspot.com.ar/2008/11/la-argentina-del-progreso-y-la.html)
Todo muy lindo hasta que vino el Gran Innombrable Nacional y lo hizo todo mierda en 10 añitos del 46 al 55....
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