El nivel de rastrerismo, síndrome de Estocolmo – no sé cómo llamarlo – es tal que la van a seguir
llamando por el primer nombre hasta cuando le pidan clemencia para que no les embargue los calzones con palometa del cajón de la ropa interior del ropero.
La Nación nunca fue gran cosa, nunca estuvo a la altura de La Prensa de Gainza Paz.
ReplyDeleteH.
Mi viejo leyó siempre La Prensa, excepto en el período en que fue confiscada. Cuando le preguntaba por qué no leía La Nación, me decía que era demasiado tibia.Nada ha cambiado en ese diario. Y La Prensa histórica dejó de existir cuando la vendió Gainza Paz.
ReplyDeleteEs en Quebec, Louis? Si así es el card swiping no quiero pensar cómo procesan el chip...
ReplyDelete