Creo que los argentinos, clara y categóricamente.
¿Cómo hacemos entonces para echarle la culpa de los fracasos recurrentes a los políticos/dirigentes?
Sacarse el lazo de encima puede haber sido válido hasta cierto punto cuando a los gobernantes no los elegía nadie, ¿pero ahora, después de 30 años de elecciones?
No quedan más que dos opciones (o tres, con una combinación de ambas): a) hay algo en el sistema político argentino que hace que sólo los peores lleguen al poder o b) los políticos y dirigentes argentinos son dignos representantes de la sociedad de la que surgen.
Son los argentinos; es la sociedad. Solo necesito hacer consultas entre mis amigos y parientes, incluyendo mis hijos (profesionales, clase madia y media alta). Lamentablemente debo rehuir de las discusiones politicas en reuniones de amigos, para evitar disputas mayores. Esto es lo que la sociedad en su conjunto, quiere. No le demos más vueltas
ReplyDeleteEs lo que me temo. Una locura.
DeleteLouis, creo que A y B no son mutuamente excluyentes.
ReplyDeleteUna sociedad enferma que quiere vivir por arriba de sus posibilidades, vía ideas que atrasan dos siglos sumado a un sistema político donde los que más posibilidades de prosperar son los que tienen menos escrúpulos.
Desde ya, por eso la incluyo como una tercera posibilidad.
DeleteLouis:
ReplyDeleteCorta y clara: por algo se llaman "representantes".
Y no es porque representen políticamente a los intereses políticos de la gente.
Si bien nada es directamente el reflejo de nada. De ehcho el reflejo en el espejo invierte la imágen. Y no se pueden hacer consideraciones lineales. Básicamente los políticos argentinos son argentinos con los defectos de los argentinos. Punto.
Por otra parte, si la ciudadanía fuese mejor, los políticos no responderían en la misma medida. Siempre serían, son, un poco peor. Por eso los políticos respetables, rectos, se ven sólo en sociedades altamente éticas y morales. En el resto tenés esto que ves.
De hecho, hoy en día y en todo el mundo, los políticos son una casta blindada, una neo-nobleza -de capa- que ocupa un lugar by default en las sociedades democráticas. La vieja representación efectiva se ha perdido con el tiempo.
¿Qué se puede esperar de individuos sin ética, ni moral que hacen las leyes con que se gobiernan a sí mismos? La legalización de lo ilegítimo. La corrupción de todo.