Nuestro Querido Cogito

Allá por el 2005 me encontraba semi-perdido con un trabajo que ya no cerraba de atrás pa'delante. Las horas se hacían largas y pesadas. No podría haber sido más oportuna entonces la aparición de una dupla que comenzó a poblar mi monitor con posts y comentarios ingeniosos. Al poco tiempo comenzó el intercambio de emails con un tal Luis y un tal Cogito. No recuerdo bien como, pero al cabo de un tiempo Luis cursó sendas invitaciones a Cogito y a su servidor, y el Opinador pasó de ser un esfuerzo individual a una mesa de café-tribuna popular.

En los años por venir ocurrirían hechos que me acercaron mucho a Cogito, a quien no tuve el placer de conocer personalmente, pero con quien tuve la dicha de compartir largas charlas. Fiel a nuestros estereotipos, un argentino-texano republicheta él, un argentino-californiano tofu-libertario yo, varias veces nos agarramos en los comentarios. Y como corresponde, las cosas terminaban rápido con un intercambio de emails en el que los dos nos reíamos de nosotros mismos.

Voy a recordarlo siempre con un enorme cariño. Gracias por la generosidad, la calidez humana, y sobre todo, por los hermosos momentos que nos regalaste, querido Cogito. Siempre estarás en nuestros corazones.