El peso de la realidad es tan grande que no les queda más remedio que terminar de aceptar que si de eficiencia e innovación se trata, el único camino es la competencia. Pero como no conocen otra cosa y el estatismo les sale del alma, creen que la cosa pasa por más y más regulaciones, por hacer la gestión micro de cada empresa para reducirle los costos y obligarlas a competir.
De locos.
Y del otro lado uno tiene a los pseudo-empresarios, rent-seekers, que quieren que Papi Estado les cuide las quintitas y nos obligue a comprar sus porquerías, en vez de esforzarse por vender algo útil a buen precio, porque se cansarían.
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