A casi una década, el país tiene menos libertad, menos educación, menos independencia judicial, menos autonomía parlamentaria, menos federalismo, menos libertades ciudadanas, menos prestigio internacional. Y más polarización social, más enfrentamiento entre argentinos, más esclerosis cultural, más autoritarismo.
Y más miedo. No tal vez el de desaparecer –bueno sería…- Pero sí el miedo a hablar, a no coincidir con el discurso oficial, a mostrar una opinión diferente. Todo el arsenal del autoritarismo cínico –inspecciones manipuladas de la AFIP, pautas publicitarias oficiales discrecionales, persecución a fiscales y jueces independientes, discriminación en pagos públicos a proveedores según su alineamiento político o su aceptación a pagar comisiones, autorizaciones de importaciones o exportaciones manejadas discrecionalmente y con similares condicionantes, carreras impecables en el Estado cortadas por “portación de apellidos”, diferencias seudoideológicas o simplemente la llegada de jóvenes con ambiciones desbordadas, demonizaciones de ciudadanos o sus pensamientos por cadena nacional- hacen gala de un ejercicio del poder sin base ética y alta dosis de impunidad.
Te olvidaste de la desenfrenada korrupciòn, con tomadura de pelo incluìda.
ReplyDeleteEmma Peel