No es una tara pequeñoburguesa ni un dogma vacío de los partidarios de las ideas de la libertad. La trágica experiencia de la humanidad en materia de sistemas políticos indica claramente que es fundamental el control de los actos de gobierno y la tarea se complica considerablemente si no tienen publicidad.
En todos los proyectos totalitarios pasa lo mismo. Los que los impulsan saben perfectamente que una sociedad informada es una sociedad libre. Por ahí pasan las iniciativas para controlar la prensa y las opiniones que se apartan del discurso oficial.
La estatización de hecho de los medios audiovisuales y el control del suministro de papel en el caso de los impresos que impulsó el régimen kirchnerista en Argentina va en ese sentido.
Llama la atención que los argentinos, especialmente los que están en el tema, no se den cuenta o sigan actuando como si no se dieran cuenta.
Aparentemente muchos están dispuestos a entregar el futuro de sus hijos y nietos atado de pies y manos con tal de seguir viviendo por encima de sus posibilidades un tiempito más.
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