Podrían aprovechar y explicitar en el nombre del país, que ya no se trata de una República, sino de una dictadura fascista plebiscitada con fraude. Acuérdense de lo que les digo, un lunes a las 4:00 de la mañana se juntan los diputados y senadores del régimen y te declaran la necesidad de reformar la Constitución, convención constituyente con fraude y andá a cantarle a Gardel:
La herramienta para avanzar en ese propósito sería un proyecto de ley del fallecido diputado Francisco de Durañona y Vedia (UceDé) que en 1993 buscó interpretar el artículo 30 de la Constitución, estableciendo que para declarar la necesidad de la reforma sólo hacía falta el voto de los dos tercios de los presentes, y no del total de los miembros de cada cámara.
Hasta la semana pasada, el objetivo se manejaba en la más estricta reserva y apenas si era reconocido en conversaciones fuera de micrófono por unos pocos legisladores. Sin embargo, el jueves último, el presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales del Senado, Marcelo Fuentes (Neuquén) , hizo públicos los deseos más profundos del kirchnerismo ortodoxo.
Al argumentar en favor de la estatización de la ex Ciccone, dijo que el Estado "es el único que hoy tiene capacidad para acumular capital, dirigir, planificar y coordinar la actividad con los privados". Y agregó: "Ese es el debate que nos debemos en una reforma de la Constitución. Ahora hay miedo de hablar de la reforma de la Constitución, entonces vamos a terminar hablando de la reforma del Código Civil".
No necesitan ninguna maniobra, con una adecuada campaña previa tienen los votos de la UCR y el FAP.
ReplyDeleteSiempre el trucho de Durañona detrás...
ReplyDelete¡Hasta la Monarquía Absoluta, siempre!
ReplyDeleteLo dije en en un ciclo de conferencias en Tucumán, auspiciado por la Fundación Libertad y Progreso:
ReplyDelete"Mientras discutimos sobre el proyecto de Código Civil, se está preparando una reforma constitucional, que arrase con las declaraciones, derechos y garantías liberales de nuestra actual Ley Suprema. En tal sentido, la reforma del Código Civil y su unificación con la legislación comercial parece ser un globo de ensayo para medir las resistencias del cuerpo social, y avanzar ulteriormente en nuevas modificaciones, ya no solamente de técnica jurídica, sino en la concepción que informa la Constitución. Según el sitio http://www.perfil.com/contenidos/2012/06/19/noticia_0037.html, movimientos afines al actual gobierno –para hablar sin ingenuidad, cuyos móviles responden tanto a la cercanía política como al financiamiento estatal- han lanzado al ruedo una campaña "…para crear un nuevo Estado al servicio de las mayorías populares" y en septiembre harán un congreso para ese fin”.
“Según un cronograma que dio a conocer el titular de la CTA oficialista, Hugo Yasky, a partir del mes próximo se constituirá el "Movimiento por una nueva constitución emancipadora" en cada uno de las provincias...con la perspectiva de realizar un congreso nacional en septiembre y generar el cambio de Carta Magna al cumplirse el año venidero el segundo centenario de la Asamblea del año '13”.Añaden:
"Cada Constitución es reflejo de un proyecto de país: la vigente es hija del Pacto de Olivos y de la hegemonía del Consenso de Washington que fue pensada para el proyecto neoliberal de sumisión de la Nación, de extranjeri-zación de la economía, el saqueo de los recursos naturales y la exclusión de millones de argentinos".
Dejando de lado la estolidez de esa aserción –la actual presidente fue una de las convencionales constituyentes- si lo que se hubiera querido es consolidar un proyecto liberal –con el prefijo neo o no- lisa y llanamente no se habría reformado la Ley Fundamental anterior.
Según el sitio web antes mencionado, “del acto participaron, además de Yasky y el sindicalista Pedro Wasiejko, de la CTA; Luis D'Elía (Miles); Ricardo Fors-ter (Carta Abierta), Edgardo De Petri (Frente Transversal), Ariel Basteiro (Nuevo En-cuentro) y representantes del Movimiento Evita, de Descamisados, del Partido Comunista y otras organizaciones kirchneristas”.
Prosigue el informe periodístico:
“En el encuentro, realizado en el Teatro Margarita Xirgú, los dirigentes kirchneristas suscribieron un documento en que afirman que se "debe construir una nueva Constitución no desde pactos y cenáculos sino desde la más amplia participación de la mayoría en la senda del constitucionalismo popular practicado en nuestra América" como en Venezuela, Ecuador y Bolivia”.
Es toda una definición. Pues bien: me defino categóricamente situándome en la vereda opuesta. La Constitución de 1853-1860 –cuyas declaraciones, derechos y garantías no fueron borrados por la reforma de 1994, gracias a la ley 24.309 que estableció los límites de la reforma- y el Código Civil se inspiraron en los países avanzados, y coexistieron con el prodigioso progreso que convirtió a nuestro país, al menos hasta 1930, en un país en aquella época muy distinto del resto de Iberoamérica; verdadera tierra de promisión para muchos inmigrantes, que dejaban sus países de origen –principalmente Italia y España, pero también Rusia (los judíos que huían de los pogroms zaristas), las actuales Siria y Líbano, Francia, Irlanda, Gales- buscando, según los casos, mejorar su fortuna o preservar sus vidas y libertades, objetivo que consiguieron en la totalidad de los casos .
Si nuestros inspiradores van a ser países pobres y totalitarios o en camino hacia el totalitarismo, nos preocupemos por la reforma del Código Civil, pero más aún nos alarmemos y pongamos las barbas en remojo porque, como lo dijeron en un alarde de inverecunda sinceridad, “van por todo”.
Muy bueno, Don Julio.
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