Islamophobia es un panfleto que es un yoacuso y una advertencia: los peores enemigos de la libertad quieren taparnos la boca antes de someternos a servidumbre o cortarnos la garganta y tienen de su lado a la izquierda más imbécil y suicida, así como –añado yo– a cuatro buenazos que de puro buenos son estúpidos, a la facción majara del liberalismo, a la derecha cagapoquito y a los curastrones que hubieran preferido que Cristo en vez de peces multiplicara las mordazas. Joder qué tropa.
A lomos de la political correctness, los peores enemigos de la humanidad, sus palmeros y la recua de tontos útiles quieren proscribir toda crítica al islam, esa religión que tiene por último profeta a un menorero despiadado que –no todo iban a ser virtudes– gustaba de saquear al prójimo y ver las espadas de los suyos chorreando.
Islamofobia es el nombre que se viene dando a una modalidad moderna de crimen de pensamiento. El propósito del sufijo en el término islamofobia es sugerir que cualquier temor asociado con el islam es irracional, aunque ese temor tenga por base el hecho de que su profeta y sus imanes de ahora mismo llamen a los fieles a matar infieles, o que los ataques del 11-S fueran perpetrados para dar cumplimiento a esos llamados. Peor aún, se trata de sugerir que tal respuesta a tales ataques refleja una intolerancia que, ésta sí, debería suscitarnos temor.
Se trata de criminalizar el pensamiento. De asesinar a la Verdad quitándole el oxígeno. De deshumanizar: el hombre no es hombre si no dice; ¡y sí, si no yerra, miente, se acalora y equivoca! Para los totalitarios, todos los años son 1984.
Quieren aprovechar la sensibilidad ambiente, el buenismo criminógeno imperante en Occidente, para silenciarnos y convertirnos en corderos. Los matarifes. Que no tienen vergüenza ni quien se la ponga: piden respeto a las religiones, los sátrapas del mundo islámico, incluso consiguen que la ONU condene el "vilipendio" de la religión –dejando la puerta abierta a la adopción de leyes contra la blasfemia–, mientras en sus países exterminan a los cristianos, no dejan que viva un judío y consideran a los politeístas poco menos que subhumanos.
Para endulzar la amarga píldora, la resolución de la ONU contra el "vilipendio" condena no sólo la "islamofobia", también la "judeofobia" y la "cristianofobia". Pero esto es una mera concesión a las sensibilidades occidentales y las fastidiosas nociones relacionadas con la libertad de expresión, no algo que los pergeñadores musulmanes del documento se tomen en serio. Ni las matanzas de cristianos en Egipto, Irak, Pakistán e Indonesia, ni los ataques terroristas en Israel en plena Pascua judía ni el resto de actos de intolerancia musulmana hacia otras religiones han motivado jamás a la Organización de la Conferencia Islámica a hacer llamamientos a la censura desde Naciones Unidas. (...) El clarísimo objetivo de la resolución contra la blasfemia es proscribir la islamofobia en los países no musulmanes, no acabar con el odio musulmán hacia los cristianos, los judíos y los adeptos a otros credos.
A menudo se defiende la pertinencia de leyes poco menos que antiblasfemas como si fueran necesarias para proteger los ideales de tolerancia y pluralismo. Ignoran el hecho de que esas leyes conquistan la tolerancia por un medio paradigmáticamente intolerante: criminalizando la capacidad del individuo para denunciar valores considerados sagrados o sensibles. No necesitamos la libertad de expresión para proteger pensamientos o gentes con amplio predicamento. La libertad de expresión está diseñada para proteger a aquellos que desafían a la mayoría y a sus instituciones. La crítica de la religión es la verdadera medida de la libertad de expresión, institución social auténticamente sacrosanta.
(Los resaltados son míos.)
Mientras que nuestro presidente comparte con Jay-Z y David Letterman, mientras que nuestro Departamento de Estado acusa a una película por cuatro asesinatos en Libia, mientras que nuestra Embajada en El Cairo dobles disculpa a los terroristas que la atacaban, mientras que Obamacontrata para la seguridad de la embajada a empresas de seguridad privadas en Gran Bretaña, mientras que nosotros nos negamos a apuntar a nuestro enemigo y llamarlo por su nombre, mientras Obama trata las atrocidades en Egipto y Libia, como las escenas del crimen en lugar de como ataques terroristas – el mensaje que la Casa Blanca está enviando al mundo es que , si atacan a embajadores de Estados Unidos, las repercusiones podrían ser un enérgico comunicado.
ReplyDeletehttp://www.breitbart.com/Big-Peace/2012/09/19/Another-US-Ambassador-Attacked
DF, si Orianna Fallaci resucitase... ¡Se la vió venir tan claramente a esta mano! Me encantaba cuando se definía como republicana, laicista, atea, pero de formación occidental judeocristiana.
ReplyDeleteLa primera. Justo es reconocerlo. Importantes definiciones las de la Fallaci.
DeleteHoy más que nunca: Como ateo, me reivindico judeo-cristiano.
Enmas y DF, ¿me permiten firmar abajo de cada letra de sus comentarios? Ya alguna vez posteé algo sobre la Fallaci. No estaría nada mal homenajearla un poco en este mes que se cumplieron seis años que murió.
DeleteCuatro enlaces a unas imperdibles notas que salieron en LNOL en 2005, casi póstumas:
http://www.lanacion.com.ar/722227-tratamos-como-amigo-al-enemigo
http://www.lanacion.com.ar/722427-la-ilusion-del-islam-moderado-y-la-falacia-de-la-integracion
http://www.lanacion.com.ar/722606-el-inutil-dialogo-que-el-islam-rechaza-desde-hace-1400-anos
http://www.lanacion.com.ar/722860-italia-y-el-arte-las-proximas-victimas
Por supuesto, Gus VF, es un honor que nos acompañe.
DeleteMuchas gracias, Gus! Jugoso e interesante aporte.
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