Es que lo que fracasó siempre y vuelve a fracasar ahora son los pocos sectores que todavía quedan en manos privadas. Porque las empresas que volvieron a la órbita estatal funcionan a las mil maravillas. El mayor ejemplo es guaipief, que a horas de pasar a ser regenteada por Kicillof y su banda registró un aumento contundente de la producción de petróleo y derivados.
Por el bien del país, para sacar definitivamente de la miseria a millones de argentinos, el régimen kirchnerista debería hacer aprobar cuanto antes en la escribanía del congreso una ley para que todas las compañías privadas que quedan en el país pasen a depender de una comisión integrada por delegados de los sindicatos locales y un representante del flamante ministerio de la producción y planeamiento, creado con ese fin en la misma norma.
No sé qué esperan.
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