No se lo deseo a nadie
Al igual que muchos de ustedes, hoy, domingo, a las 6 de la mañana estaba durmiendo cuando sonó el teléfono.
Se identificaron del 911. Tras chequear mi nombre y mi número, me informaron que había habido un accidente vehicular, con víctimas fatales, en Lambaré y Av. Corrientes. Que mi hijo se encontraba allí y que precisaban verificar su nombre.
Mi sorpresa, angustia, desesperación y dolor fueron enormes. Indescriptiblemente enormes. Dos horas antes había hablado con él y, casualmente, se encontraba cerca del lugar del siniestro.
La persona que me llamó hablaba como un oficial de la policía. Es más, se presentó como tal mientras el ruido de fondo no dejaba lugar a dudas.
Me informó sobre el traslado de las víctimas al Hospital Fernández y a otros centros cercanos.
No supe qué responder. Es más, me hizo muchas preguntas, pero yo estaba medio dormido y no recuerdo qué contesté.
“Si no me cree, corte y llame al 911, yo lo voy a atender. Corte! Corte!”, repetía la voz del otro lado de la línea.
“No le voy a dar más datos de los que usted ya tiene”, respondí.
“Muy bien, entonces ya mismo le envío un patrullero a su domicilio para que venga a reconocer el cuerpo”, agregó.
Mientras me vestía aceleradamente, a oscuras, tanteando lo primero que encontraba, recordaba la conversación que había mantenido con mi hijo un par de horas antes. “Pa, me estoy por quedar sin batería en el celular”, habían sido sus últimas palabras.
Esperaba el móvil policial cuando lo llamé por teléfono y atendió él. La vida me volvió al cuerpo.
Estaba cerca de casa. Le conté lo sucedido. Le pedí que viniera inmediatamente.
Cuando llegó, lo abracé y no pude dejar de llorar.
Maldigo una y mil veces a los responsables de la Seguridad en este país. Recuerdo el día que convoqué a una manifestación en la puerta de la casa de Nilda Garré, ubicada a 400 metros de mi domicilio. 30 efectivos de la Federal me rodearon como si yo fuera un delincuente.
En fin, lamentablemente, es lo que hay. Veremos hasta cuándo somos capaces de tolerar esta sensación de inseguridad."
De acá
Se identificaron del 911. Tras chequear mi nombre y mi número, me informaron que había habido un accidente vehicular, con víctimas fatales, en Lambaré y Av. Corrientes. Que mi hijo se encontraba allí y que precisaban verificar su nombre.
Mi sorpresa, angustia, desesperación y dolor fueron enormes. Indescriptiblemente enormes. Dos horas antes había hablado con él y, casualmente, se encontraba cerca del lugar del siniestro.
La persona que me llamó hablaba como un oficial de la policía. Es más, se presentó como tal mientras el ruido de fondo no dejaba lugar a dudas.
Me informó sobre el traslado de las víctimas al Hospital Fernández y a otros centros cercanos.
No supe qué responder. Es más, me hizo muchas preguntas, pero yo estaba medio dormido y no recuerdo qué contesté.
“Si no me cree, corte y llame al 911, yo lo voy a atender. Corte! Corte!”, repetía la voz del otro lado de la línea.
“No le voy a dar más datos de los que usted ya tiene”, respondí.
“Muy bien, entonces ya mismo le envío un patrullero a su domicilio para que venga a reconocer el cuerpo”, agregó.
Mientras me vestía aceleradamente, a oscuras, tanteando lo primero que encontraba, recordaba la conversación que había mantenido con mi hijo un par de horas antes. “Pa, me estoy por quedar sin batería en el celular”, habían sido sus últimas palabras.
Esperaba el móvil policial cuando lo llamé por teléfono y atendió él. La vida me volvió al cuerpo.
Estaba cerca de casa. Le conté lo sucedido. Le pedí que viniera inmediatamente.
Cuando llegó, lo abracé y no pude dejar de llorar.
Maldigo una y mil veces a los responsables de la Seguridad en este país. Recuerdo el día que convoqué a una manifestación en la puerta de la casa de Nilda Garré, ubicada a 400 metros de mi domicilio. 30 efectivos de la Federal me rodearon como si yo fuera un delincuente.
En fin, lamentablemente, es lo que hay. Veremos hasta cuándo somos capaces de tolerar esta sensación de inseguridad."
De acá
Qué horror.
ReplyDeletePara agarrar a Garré, y darle suficientes patadas en el traste para dejárselo en la nuca.
A nosotros nos lo hicieron dos veces, una a mi madre, la segunda a mí. Fue horrible. Es la Peronia Nac&Pop que parece que a tantos le gusta.
ReplyDeleteEl tipo de políticas que se vienen poniendo en práctica con especial virulencia desde 2003 en Argentina llevan indefectiblemente a niveles de violencia y criminalidad incompatibles con una vida mínimamente civilizada.
ReplyDeletePobre hombre, qué horror lo que vivió. Espero que el hijo de mil putas que hizo ese llamado alcance rápido el destino que se merece.
ReplyDeletePara matarlo.
ReplyDeleteMe sucedió también. Le pedí los datos de quien me hablaba, antes de yo contestar sus preguntas, y me dijo cualquier nombre. Le pedí su teléfono que yo lo llamaba y me cortó. Fui a la comisaría 53, conté lo que pasó, y me dijeron que del 911 nunca llaman.
ReplyDeleteClaudio
Presos con complices afuera, disponibilidad de celulares y tremenda joda de los servicios penitenciarios.
ReplyDeleteUn especial abrazo al damnificado.
Vatayón Militante del régimen en acción.
ReplyDeleteArgentina... un país con buena gente!!!
ReplyDeleteMuchas gracias por los comentarios y la solidaridad. Saludos a todos.
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