Hay argentinos que están absolutamente convencidos de que la soberanía está contenida en los milímetros cuadrados de los cartelitos y etiquetas de "industria argentina" de los productos que se pueden comprar en el país. La cosa es de toda la vida.
No importa si el producto en cuestión está realmente fabricado localmente, sino que incluya un cartelito que lo diga para poder incluirlo en la lista de “logros”. La cosa pasa por la satisfacción emocional, no por cuestiones económicas o de análisis costo - beneficio.
Debe ser una tara cultural, años de mercantilismo prebendario. Me parece que también tiene que ver con la tendencia a creer que enunciar, decir algo, equivale a realizarlo.
Parece mentira, pero acá en Canadá, a pesar de contar con una tradición industrial y de desarrollo de tecnología muy superior a la de Argentina, la mayoría de los productos ni siquiera incluye la información del lugar en el que fueron fabricados.
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