Durante los 90, la década infame, pasábamos horas hablando de lo positivo y negativo de las reformas que se llevaban a cabo en el país, y de las que se deberían llevar a cabo, con mi esposa y otros amigos.
En esa época, a pesar de reconocer que la cultura y los valores de una sociedad tenían mucho que ver, estaba convencido de que los problemas del país eran casi exclusivamente económicos. Si adoptábamos el sistema económico adecuado, es decir, desregulábamos y abríamos la economía, garantizábamos el derecho de propiedad, adoptábamos una moneda sólida y demás, nos tenía que ir bien.
Ahora entiendo que estaba equivocado de cabo a rabo. Si bien es cierto que en un primer nivel de análisis es posible encontrar los motivos económicos de nuestras dificultades, la raíz de nuestros problemas es mucho más profunda y complicada. Por lo tanto, mucho más difícil de solucionar. No basta con adoptar tal o cual sistema monetario o reforma.
Desde mi punto de vista se trata de un problema cultural, definiendo a la cultura como los aspectos puramente subjetivos como los valores, actitudes, creencias, orientaciones y supuestos subyacentes que prevalecen en una sociedad, como sostiene Larry Harrison. Este autor sostiene que hay culturas "propensas" y otras "resistentes" al progreso, e identifica una lista de diez valores o actitudes: enfoque del tiempo, trabajo, frugalidad, educación, mérito, sentido de comunidad, ética, justicia, autoridad y laicismo.
Mariano Grondona habla de sistemas de valores resistentes y favorables al desarrollo económico e identifica una lista de 20 temas, que pueden ser vistos desde un sistema de valores favorables al desarrollo (que denomina “fariseo”) o resistente al desarrollo (al que llama “publicano”). En los países más desarrollados predomina el primero y en los subdesarrollos el segundo.
Si bien es cierto que todos estos temas son importantes, en lo personal, creo que uno de los principales escollos para alcanzar el desarrollo es el concepto de la riqueza que prevalece en países como el nuestro. Desde el punto de vista de un sistema favorable al desarrollo, la riqueza principal es la que aún no existe, la que debemos crear. Desde un punto de vista resistente, la riqueza principal es la que existe, sólo se trata de distribuirla.
Esta diferencia de concepto tiene enormes ramificaciones y consecuencias. Si la riqueza es lo que está, es el stock, la prioridad es su justa distribución. Es una obligación del estado asegurar que su distribución sea lo más justa posible. Por supuesto, el estado no puede estar limitado en esta tarea central por nimiedades abstractas como el "derecho de propiedad" o respeto por los contratos. Se trataría de creaciones artificiales para imponer una injusta distribución de la riqueza, que deben ser desmanteladas cuanto antes, o por lo menos tienen una validez muy relativa y limitada, absolutamente subordinada a las “necesidades de estado”, “fuerza mayor” o “emergencia”.
Desde este punto de vista, las transacciones son de por si de suma cero. Si la cantidad de riqueza siempre es la misma, para que alguien gane, alguien tiene que perder. Por lo tanto, el lucro es algo inmoral, equiparable al robo. Los intercambios y la cooperación entre las personas deben estar guiados por otros principios morales superiores, como el altruismo o la cooperación desinteresada. Como resultado, el éxito, sobre todo en lo económico es condenado como inmoral. El fracaso pasa ser la norma, lo esperable, lo moralmente superior.
Esta es la visión del mundo en que se basan la "teoría de la dependencia" y el "tercermundismo", y donde tienen perfecto sentido las afirmaciones de panfletos como “Las venas abiertas de LA” de Galeano. Si la riqueza es lo que hay, somos pobres porque ellos son ricos, por la transferencia de riqueza desde los que menos tienen a los que más tienen. Paradójicamente, si esto fuera cierto, la Cuba post embargo debería estar entre los países más ricos y prósperos del mundo, ya que EEUU voluntariamente se niega a “chuparle la sangre” y de esa manera extirpar de su riqueza.
Otra consecuencia directa de esta postura es la creencia de que algo es “gratuito” si nosotros no lo pagamos. Desde este punto de vista, las universidades públicas, los hospitales, las escuelas y los cartuchos de impresora que me robo en mi puesto en la municipalidad son “gratis”. Como sabemos, nada es gratis, y lo más justo es que las cosas las paguen los que las usan.
No se trata de temas y cuestiones abstractas, con poca o ninguna relación con el mundo real o la vida cotidiana. Nuestro sistema de valores determina la actitud que tenemos frente al mundo, como enfrentamos la vida y la realidad, y todo esto tiene consecuencias muy concretas.
(Continua en un próximo post)
Muy interesante el post.
ReplyDeleteEfectivamente. Para poder solucionar algo en nuestro querido país sería necesario entender bien cuales son los orígenes del problema. Recién estaba hablando con un amigo precisamente sobre esto.
Coincido que durante la década del 80 y del 90 se hacía un análisis muy "mecánico" de la realidad y se creía que venciendo la inflación, desregulando y tomando otras medidas similares el problema se resolvía.
A mí me parece que esto es un análisis muy superficial del tema. Es verdad que es necesario hacer todas estas cosas, pero estos son más los efectos de una sociedad ordenada que las causas.
Uno de los motivos por los que me describo como conservador y católico es por que pienso que las causas básicas de la decadencia nacional no es la mala organización económica si no que esta es una de sus concecuencias.
Analizo esto desde el punto de vista personal. Si somos envidiosos, perezosos, infieles, incumplidores, mentirosos, corruptos, inpuntuales, amigos de los ajeno, incultos, indisciplinados, intolerantes, etc. pudiéramos decir que hemos alcanzado un buen desarrollo humano? Todos estos son valores morales ya que la moral es la rama del conocimiento que estudia el deber ser de la conducta humana.
Es verdad que no todos los ordenamientos morales tienen una raiz religiosa. Podemos decir que pueden aplicarse normas morales "laicas" al estilo kantiano donde la norma es "no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a tí". Pero yo creo que eso es insuficiente. Después de todo la vida está llena de situaciones en las que un buen comportamiento se ve premiado por una traición o vemos con frecuencia que se promueve no al mejor si no al más "vivo".
Por lo tanto creo que la sociedad realmente mejorará cuando cada uno de sus participantes busque realmente el mejoramiento personal por motivos más trascendentales.
A mí me parece muy apropiado que el sistema de premios y castigos que hacen funcionar las sociedades civiles tengan un paralelo en la vida personal. La ausencia de la trascendencia elimina estos incentivos en la vida y deja solo la presión social o la mera costumbre. Para mí eso no es suficiente. No creo que todo esto signfique que el estado tenga que ser el encargado de promover ninguno de estos valores de la misma manera que no creo que un consorcio sea encargado de velar por el buen gusto de los propietarios al decorar su casa. Pero puedo garantizarles que un consorcio donde todos tienen buen gusto tendrá un edificio que se verá más limpio y ordenado que un consorcio compuesto de unos bestias (cultural y estéticamente hablando). Desde mi punto de vista un estado bien organizado es la consecuencia natural de una sociedad donde se aprecian los valores moreales y se tiene una escala de valores ordenada. No necesario ni siquiera que lo cumplan. Simplemente que lo crean. Bue... comentario un poco largo, pero me parece que el tema da para mucho.