La mayoría de la gente no puede vivir sin esperanza. Es prácticamente imposible poder seguir viviendo normalmente sabiendo que las cosas sólo pueden empeorar, que el día de hoy será mejor que el de mañana y así sucesivamente.
Es comprensible que busquemos hasta el mínimo pretexto para aferrarnos a la más remota posibilidad de que las cosas cambien para mejor. Lo que es menos comprensible es que a pesar de todo, en el medio del horror cotidiano, te quieran vender que está todo fantástico.
Parece que todavía hay gente en Argentina que tiene esperanza de que a pesar del gusto y del olor nauseabundo, en realidad se trata de dulce de leche, o por lo menos que la cosa se convierte en dulce de leche en cualquier momento. Roberto Cachanosky no está de acuerdo:
Últimamente, escuché varias veces el argumento de que luego de las elecciones de octubre, si le va bien en el plebiscito de su gestión, Kirchner va a iniciar un proceso de cambios en los dos años de gestión que le faltan. La pregunta que me surge es: ¿por qué ahora sí?
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