Mario Vargas Llosa sobre un tema que me preocupa mucho: la voluntad de morir que evidentemente tienen algunas sociedades. Pone como ejemplos a Francia en Europa y Argentina en Latinoamérica. ¡Cómo me gustaría tener este manejo de la lengua! (visto en Gabriela Calderon):
Esta involución recuerda la de la Argentina. Ya casi todo el mundo ha olvidado, luego del trágico espectáculo del país en los últimos decenios, que esta nación fue una de las más ricas y progresistas del mundo, una verdadera potencia industrial a principios del siglo veinte, con un sistema educativo comparable a los mejores del planeta, que acabó con el analfabetismo antes que tres cuartas partes de Europa lo consiguieran, y que, a mediados del siglo veinte, tenía todavía -aunque los desafueros del peronismo ya habían comenzado la tarea de zapa y demolición de su prosperidad-una vasta clase media, emprendedora, culta, y de un altísimo nivel de vida. (¿Alguien recuerda que esa Argentina rica envió harina y carne a la pobrísima España de la posguerra?).
En menos de medio siglo, sin que mediara ninguna razón natural, única y exclusivamente por la incompetencia demagógica de su dirigencia política, y la ceguera y sinrazón con que enormes sectores populares apoyaron los desvaríos de aquélla -nacionalizaciones, populismo desenfrenado, intervencionismo estatal en la economía, mercantilismo y corrupción-Argentina ha conseguido la hazaña de regresar al tercermundismo del que fue uno de los primeros países en salir, y debatirse, ahora, en sus inevitables secuelas: pobreza, desempleo, crispación social, marginación, y una astronómica deuda que gravitará mucho tiempo como lastre asfixiante sobre todo plan de reforma y desarrollo.
Produce vértigo comprobar que el mayor responsable de esta catástrofe histórica sin parangón, el peronismo, siga gozando en Argentina del favor popular al extremo de haber erradicado a todo otro competidor en la liza electoral en un futuro más o menos próximo. Si esto no es vocación de suicidio, no sé qué es.
Te falto citar la parte sobre Bolivia, donde Evo Morales no es buscador de derechos para una clase oprimida, sino un criollo lenguaraz, vivo como una ardilla, que busca el poder ilimitado por todos los medios a su alcance.
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