Es tal el grado de confusión, y tan elemental, en el que vivimos en el país que sigue siendo necesario explicar temas como el de la columna de Mariano Grondona de hoy.
En sociedades más normales, este tipo de cosas quedan claras en la mente de un niño en el jardín de infantes:
Así las cosas, los agitadores se encuentran no sólo con la "neutralidad", sino también con el "apoyo" de la policía, que obedece las instrucciones del Gobierno, ya que ésta corta preventivamente las calles para que aquéllos puedan desplazarse con impunidad. Es el mundo al revés. Los agitadores están protegidos. Sus víctimas, huérfanas.
¿Por qué ha llegado la Argentina a esta situación única entre las naciones civilizadas, donde la manera más segura de obtener el auxilio de las fuerzas de la ley es vulnerarla y la manera más segura de ser discriminado por las fuerzas de la ley es invocarla? Ha llegado a esta única situación por una razón tan sutil como catastrófica: una confusión de conceptos.
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