En el país está todo fantástico. Tengo amigos que me escriben para contarme de los logros de la actual administración y del modelo de sustitución de importaciones que llegó para quedarse.
Paradójicamente, se siguen yendo del país las grandes compañías internacionales que llegaron con inversiones durante los fracasados 90. Como se veía venir, esta vez le llega el turno a Aguas Argentinas.
Como comentaba hace unos meses por acá, increíblemente vuelven las nacionalizaciones. Las empresas de servicios públicos vuelven a pasar a la administración del estado o a caer en manos de los amigotes y allegados de Kirchner y sus muchachos. Primero les tocó a empresas como Telecom, Edenor y el agua de Santa Fe. Ahora se cumple el anhelado objetivo de recuperar la soberanía sobre el agua de Buenos Aires.
Como casi siempre en nuestro patético historial de fracasos de los últimos 60 años, a contramano del mundo.
Lejos de preocuparse por el tema, la gran mayoría de la opinión pública celebra este nuevo fracaso. Hemos recuperado la dignidad.
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