Sergio Flores, un lector chileno, viene dejando unos comentarios muy interesantes, no sólo sobre Chile sino sobre Argentina también. La verdad es que leer su descripción de los problemas que Chile debe enfrentar para pasar a ser un país desarrollado en el mediano plazo, no hace más que destacar lo elementales que son los nuestros. Estamos muy mal. No se trata de una cuestión de cuantitativa, sino cualitativa.
Todos los países tienen problemas, algunos son más serios que otros, pero lo que es seguro es que el paraíso no existe. En lo personal, creo que la diferencia entre los países pobres y atrasados y los más desarrollados no pasa por la gravedad de los problemas sino por su naturaleza, por cuán elementales y básicos son.
Según Sergio, Chile tiene que mejorar notablemente su desempeño en la educación publica si la idea es sumarse al pelotón de naciones de mayor estándar de vida del planeta. Esta es una tarea pendiente en Argentina también. La gran diferencia es que en Chile hace por lo menos una década que superaron las etapas iniciales de una reforma en este sentido. Ya no se discute qué enseñar ni cual es el rumbo. En Argentina todavía no nos ponemos de acuerdo si el rol del sistema educativo debe ser enseñar algo, o si simplemente debemos usarlo como medio de adoctrinamiento para la ideología de moda. Como en tantas otras áreas, estamos a décadas de implementar reformas para avanzar en ese sentido.
Como los eternos adolescentes que somos, no tenemos idea de lo que queremos pero, eso si, lo queremos ya, en este instante.
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