Insisto, todo el mundo le sigue dando con un caño a Borocotó. Es lo peor que hay. No comparto para nada lo que hizo, me parece lamentable. Pero no puedo dejar de notar que su metamorfosis, su garrocha partidaria, no es más que un fiel reflejo del cambio que tuvo lugar en la sociedad argentina.
No nos olvidemos que hasta unos cinco años el consenso era otro en el país. Si la opinión pública cambio tan radicalmente en el país, ¿por qué no el tordo también?
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