Mariano Grondona espera que en algún nivel de la sociedad se esté dando un proceso de aprendizaje y que algún día volvamos a ser un país alberdiano.
Sinceramente sería feliz compartiendo su esperanza, pero no veo el menor proceso de aprendizaje en nuestra sociedad. Si algo estamos haciendo es desaprender. De todos modos, espero que el equivocado sea yo:
Pese a ello, la fórmula alberdiana del éxito nos sigue esperando. Ella excluye al mismo tiempo a los presidentes débiles como De la Rúa y a los presidentes autoritarios como Kirchner. Entre la anarquía que aquél simbolizó y la autocracia a la que éste aspira, hay un camino intermedio. En esta misma semana de la broma cruel, la oposición decidió retratarse en una foto histórica bajo una bandera que no es de derecha ni de izquierda sino, simplemente, republicana. Mientras no volvamos al paisaje sereno de una llanura sin prepotencia ni pusilanimidad, no volverá a nosotros esa intuición genial de la presidencia fuerte y respetuosa que nos legó el gran tucumano. Mientras vivamos al margen de ella, seguiremos habitando un país azotado por los vientos cruzados de la anarquía y el despotismo. Este artículo se cierra en todo caso detrás de una esperanza: que, gracias a tantas contrariedades, en las capas más profundas del alma argentina se esté desarrollando un silencioso proceso de aprendizaje que nos despertará en una mañana quizá no tan lejana, como en 1853, con la noticia de un florecimiento inesperado.
No comments:
Post a Comment
Note: Only a member of this blog may post a comment.