Jacinta me manda este artículo por mail, no se lo pierdan:
Se me pregunta a menudo por qué rompí vínculos con Greenpeace después de quince años como fundador y activista ecológico full time. Mientras que tenía mis razones personales –pasar más tiempo con mi familia en vez de vivir con una maleta a cuestas la mayor parte del año– fue en los asuntos relacionados con la política que encontré que era necesario seguir avanzando.
Comenzando a mediados de los años 80, Greenpeace, y gran parte del movimiento ecologista dieron un fuerte giro hacia la izquierda política y comenzaron a adoptar agendas extremistas que abandonaban la ciencia y la lógica a favor de la emoción y el sensacionalismo. Me di cuenta del concepto emergente del desarrollo sustentable –la idea que las prioridades ambiental, social, y económica podrían equilibrarse. Me convertí a la idea de que se podrían encontrar soluciones ganadoras juntando a todos los intereses alrededor de la misma mesa. Me moví de la confrontación al consenso.
Excelente artículo. La economía de mercado no es incompatible con la protección de la naturaleza, pero para lograrlo se necesita que los ambientalistas sean personas de criterio, lógica, razonabilidad, y no se dejen llevar por fantasías verdes sin mayor sustento. En esta línea trabajan entidades como Vida Silvestre y Aves Argentinas, entre otras, en las que buscan el diálogo con las empresas y logran excelentes resultados.
ReplyDeleteRicardo, desde ya que es así. Hay gente muy seria trabajando en serio en ese sentido.
ReplyDeletePero lamentablemente, como dice Michael Crichton, para mucha otra gente se trata de un nuevo dogma, una especie de nueva religión, una manifestación más del marxismo del siglo XXI.