Gracias a Francisco, un lector de BlogBis, leo la traducción de esta interesante editorial de Forbes sobre Argentina. Como le decía a Rubén, hasta hace unos meses la mayoría de las publicaciones especializadas, como The Economist, eran MUY optimistas con el “nuevo modelo” que había adoptado Argentina. La culpa era de las políticas de los 90.
Festejaban jocosamente las grandes avivadas de Kirchner y su banda, como dejar afuera al 30% de los acreedores en la “reestructuración” de la deuda y demás barbaridades.
De pronto, parece que se están dando cuenta:
Mientras la maquinita de hacer dinero del gobierno trabaja horas extra, el Presidente Néstor Kirchner – un matoncito en de la tradición de Juan Perón, cuyas políticas populistas en los 1940s y 1950s destruyeron la prosperidad Argentina – trabaja con aun mayor fervor imponiendo techos de precios a una creciente selección de productos. Los empresarios son intimados a firmar “acuerdos de precios”. Todo esto ya ha sido intentado en el pasado y ha llevado a hiperinflación y hecatombe económica.
Argentina continua disparándose en el pie en otras formas. El país ha establecido altas retenciones a las exportaciones, por ejemplo sobre la carne, en un intento por aliviar el desabastecimiento local. Los impuestos continúan siendo altos. Las inversiones necesarias no están siendo realizadas. No cuesta entender que Kirchner se codee amistosamente con Castro y el Mini Mi de Castro Hugo Chávez, el dictador Venezolano, y el aspirante de hombre fuerte boliviano, Evo Morales.
No sé si coincidirás conmigo, Luis, pero lo quiero decir:
ReplyDeletePara el Estado, el sector privado es como las naranjas: las exprime para sacarles el máximo de jugo hasta que este se agota.
Andrés, suele ser así, pero no debería serlo. Como decían los romanos, el buen pastor esquila a sus ovejas, no las mata. Lo que hay que tener siempre presente es que el estado no genera riqueza, siempre se la saca a alguien.
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