Más sobre la vuelta del estatismo de la que hablábamos hoy, esta vez de José Benegas. Comparto su punto de vista, el problema no fue la falta de estado, sino el exceso de. Muy interesante lo que dice sobre los Odiados 90 y sobre Menem, el innombrable. Para mucha gente, por temor a quedar pegados a la portación de ideología o por algún fenómeno relacionado con aquel famoso “que se vayan todos”, todos los gobiernos desde la vuelta a la democracia dan lo mismo:
Menem quedó a mitad de camino en parte por su responsabilidad, en parte por dificultades políticas objetivas. Pero la gran falla estuvo en el diagnóstico de esa etapa que hicieron muchos desde el pensamiento liberal. Frivolizando la cuestión con sus características personales o su conducta como individuo o intentando evadir la discusión del reparto de riqueza por cobardía intelectual o simplemente adoptando la posición más cómoda de tirarle piedrazos al réprobo, alimentando así a la izquierda mentirosa ahora triunfante.
Si se hubiera hecho un diagnóstico serio desde el liberalismo, tras Menem habría un enorme movimiento político y social manteniendo la tendencia empezada por él. En lugar de eso hay verguenza y gente bajo la cama esperando que todo esto pase por arte de magia. Sarmiento quería destruir a Urquiza y Alberdi lo defendió porque miró más allá de los méritos de Entrerriano. Centrismo cómodo, contra liberalismo comprometido. Uno puede fracasar (de hecho, fracasó), el otro se abstendrá de participar para zafar desde el pedestal raído del fracaso general. Lecciones que quedan por aprender.
En realidad es un sofisma. Nunca hubo decisiones soberanas. Todos van siendo como dientes del mismo engranaje que va girando según dispongan los centros de poder real. Todo lo demás es para consumo interno, para la tribuna. Pagarle al fondo, o mañana al Club de París, o endeudarse, o "des-endeudarse" o privatizar o estatizar: esas decisiones no se toman aquí. La discusión es, por lo tanto, doméstica.
ReplyDeleteFabiana, Perdón, pero no estoy de acuerdo. Creo que las políticas que se aplican en países como el nuestro están influenciadas hasta cierto punto por “modas” o tendencias internacionales, pero lo que se haga o deje de hacer internamente en el país depende de nosotros.
ReplyDeleteNada ni nadie evita que hagamos las cosas bien. No existe una camarilla internacional que nos condene al éxito o al fracaso. Somos nosotros mismos los que por acción u omisión decidimos qué tipo de país y sociedad tenemos.