Carlos Alberto Montaner sobre Fidel Castro. Primero parecía que El Comandantísimo había muerto. Ahora parece que tiene cáncer y se muere en cualquier momento. Me imagino que después de tantos pronósticos en algún momento vamos a acertar:
Sin embargo, es muy posible que nada de esto logre quitarle a Castro la sensación de fracaso que probablemente siente. Cuando comenzó la revolución, Fidel Castro estaba seguro de que él sabía cómo convertir a Cuba en una nación próspera y desarrollada mientras comandaba al tercer mundo en su violento asalto hacia la gloria. El Che lo aseguró a principios de los sesenta en Punta del Este: en 10 años Cuba superaría la riqueza per cápita estadounidense. A fines de los setenta, Fidel Castro se lo repitió, aumentado, al historiador venezolano Guillermo Morón: en una década vería el hundimiento de Estados Unidos, mientras Cuba tendría al Caribe como su mare nostrum.
No acertó. Estados Unidos es la única superpotencia del planeta, mientras la nación que deja Fidel Castro es un país harapiento que hoy vive de la caridad venezolana, como ayer lo hacía de la soviética. El inventario de horrores es casi inigualable: más de dieciséis mil muertos, fusilados, ahogados y desaparecidos han sido documentados por el economista Armando Lago y María Werlau, su principal colaboradora. A lo largo del proceso han pasado por las cárceles decenas de miles de presos políticos (más de trescientos en las cárceles de hoy día), incluidos entre ellos a personas castigadas por ser homosexuales, tener creencias religiosas o, simplemente, rechazar la estupidez teórica marxista. Dos millones de personas fueron despojadas de sus propiedades y lanzadas al exilio. Se obligó a miles de jóvenes a participar en absurdas guerras africanas que duraron nada menos que quince años. En suma: un infinito desastre material y espiritual.
Dudo mucho de que el tiranuelo tenga real conciencia de su fracaso. Y no porque lo crea honesto sino por todo lo contrario.
ReplyDeleteConsidero que siempre ha visto al pueblo cubano como un medio para realizar un proyecto personal ideológico. Por tanto lo suyo, mal que me pese ha sido un rutilante éxito, y que muera tranquilo en una cama y no en una prisión como debería, confieso que me resulta una gran injusticia.