Más sobre los alquileres y el acceso a la vivienda propia, una muestra más de los maravillosos efectos de la licuación del salario en la Argentina de la Felicidad:
El fuerte aumento de los precios de los alquileres, y su impacto record en los salarios, ha sido una de las principales preocupaciones del gobierno nacional en las últimas semanas. A medida que se inicia la cuenta regresiva hacia las elecciones presidenciales 2007, resulta clave para el Ejecutivo evitar este impacto -dramáticamente negativo- en un alto espectro de votantes de clase media para los que el incremento del precio de sus alquileres representa una porción significativa de sus ingresos, con una ponderación sustancialmente mayor al peso de este rubro en el Indice de Precios al Consumidor (4,49%).
En este contexto, se anunció un plan de créditos para la vivienda que busca convertir a los “inquilinos en propietarios”. Más allá de las eventuales buenas intenciones del programa, las críticas hacia el mismo se sustentan en la dramática distancia abierta entre los salarios y el valor de los inmuebles. Tras la salida de la convertibilidad, la caída brutal del salario real, que ha afectado más evidentemente el poder de compra en los bienes transables, también lo ha hecho ferozmente en el terreno inmobiliario.
Según muestra un informe de la consultora Macroeconomía en base a datos de la UADE y SIJyP, mientras en la Ciudad de Buenos Aires, los precios de los departamentos nuevos se encuentran un 20% por encima de los precios de 1996, el salario en dólares cayó un 40%. Asimismo, mientras en 1996, el salario promedio en blanco en dólares era 1.219, en el 2006 es de apenas de 708. Por otra parte, mientras el precio por m2 de departamento nuevo era de U$S 1.018 en 1996 y diez años más sería de 1.259.
El mismo informe señala que antes de la crisis 2001, el salario promedio la economía formal de la Ciudad de Buenos Aires permitía comprar más de 1 metro cuadrado, mientras que en el 2006, apenas permite adquirir la mitad (0,56 m2). Tengamos en cuenta que, tras la salida de la convertibilidad también la brecha entre salarios “blancos” y “negros” (más del 40% de la población) se agigantó, quedando estos últimos apenas por encima del nivel del 2001.
Pero no se preocupen, que esta vez seguro que sale pipí cucú.
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