La sigo acá.
Creo que en gran medida es por eso que me cuesta tanto entender a muchos de mis compatriotas, argentos hasta la muerte. La gran mayoría de los argentinos sueña con un país que se parece más a España, Irlanda, Canadá o Australia que a Venezuela o Cuba. Cuando votan con los pies, los argentinos invaden las embajadas del Primer Mundo, no las de Irán o Corea del Norte.
Sin embargo, cuando como sociedad decidimos el rumbo a seguir, seguimos el modelo de países como el de Chávez o Castro.
Me pregunto si realmente creemos que es posible sumarnos al pelotón de los países exitosos del mundo siguiendo los pasos de la “revolución bolivariana” o la fantochada indigenista de Morales en Bolivia.
La racionalidad es la coherencia entre los objetivos declarados y los medios que se usan para alcanzarlos. Ni siquiera las tenemos bien puestas como para aceptar las consecuencias de nuestras elecciones.
¿Puede alguien realmente sorprenderse de nuestros fracasos sistemáticos?
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