Muy interesante la editorial de La Nación de hoy sobre el doble discurso permanente del gobierno de Kirchner. Contrasta marcadamente con el renovado chupaculismo de periodistas como Morales Solá, que parece adherir plenamente a aquello de que “más te quiero más te aporreo”.
Hablando en serio, somos grandes, ¿alguien puede sinceramente sorprenderse por la vuelta a pleno de la violencia política? Creo que es el resultado lógico del matonismo como ejercicio del poder. Lo verdaderamente sorprendente hubiera sido que no vuelvan a pasar estas cosas en el país:
En un país realmente serio no podrían haber pasado 72 horas de los lamentables sucesos de San Vicente hasta que el presidente de la Nación se dignara a condenar públicamente a los protagonistas de la violencia. Ni transcurrirían días enteros sin que las autoridades nacionales y provinciales realicen aunque sea un atisbo de autocrítica por haber tercerizado una misión indelegable del Estado como la seguridad, renegando insólitamente de su deber de garantizar el orden público.
En cualquier país serio, vergonzosos incidentes como los registrados días atrás en el traslado de los restos de Juan Domingo Perón a San Vicente hubieran provocado la renuncia de Hugo Moyano a la conducción de la CGT. No sólo porque fue la central sindical la responsable de la organización del acto que terminó manchado por la sangre de numerosos heridos, sino también por las evidencias de que uno de los pistoleros que encabezó aquellos luctuosos episodios era un conocido militante del gremio camionero, que también lidera Moyano.
Pero en un país degradado institucionalmente como la Argentina parecería que esperar algunas actitudes de sensatez por parte de sus dirigentes -acostumbrados a la cultura de la perpetuidad y la impunidad- es como pedirle peras al olmo.
Lapidario.
ReplyDelete