Mar 25, 2007

País desquiciado

Relacionado con este otro post sobre el show de Chávez, nuestro nuevo cafishio, en su acto en Buenos Aires, no se pierdan la editorial de hoy de La Nación.

Como decía en un comentario, entiendo que no se puede vivir sin esperanza y que en el medio de un naufragio hay que aferrarse de algo, aunque sea un puñado de pajitas de escoba. Pero lamento no compartir el optimismo de los que intentan minimizar el incidente. Ya lo dije varias veces por acá. Chávez representa lo que haría Kirchner, y gran parte de nuestra sociedad, si las tuviera bien puestas y si dispusiera de una renta petrolera equivalente.

Acostumbrados a vivir el día a día, seguimos convencidos de que este tipo de locuras no tienen costos. En cuestión de disparates, no dejamos irracionalidad sin poner en práctica, desde simpatizar con los nazis y fascistas durante la Segunda Guerra Mundial hasta embarcarnos en una guerra contra la OTAN en los 80. No nos privamos de nada. Siempre convencidos de que no pasaba nada y nos salía gratis.

Lamentablemente todavía seguimos pagando las consecuencias de aquellos despropósitos y no me quiero ni imaginar lo que nos va a costar despegarnos de Chávez y compañía:

Después de la última visita del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, a la Argentina, hay quienes han procurado minimizar las implicaciones que lo sucedido puede tener para el país. La queja planteada por el gobierno de los Estados Unidos, por medio del número tres del Departamento de Estado, Nicholas Burns, descalifica aquellas impresiones.

Haber utilizado la ciudad de Buenos Aires como escenario de una confrontación entre el hombre fuerte de Venezuela y el presidente de los Estados Unidos ha sido, por lo menos, un disparate inconcebible para los cánones más elementales de la diplomacia. Las autoridades argentinas debieron haber advertido la conveniencia de tomar una mayor distancia de los aspectos más controvertibles de la visita de Chávez para el interés general del país.

1 comment:

  1. Oriana Fallaci una vez dijo: “Los argentinos tienen un enano fascista adentro”. Cuanta razón tenía.

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