Más sobre la reforma de la carta orgánica del Banco Central. Jorge Ávila sostiene que la idea es abrir la puerta a nuevas “devaluaciones competitivas”. El profesor Ávila parece creer que el populismo argentino necesita de autorización legal para poner en práctica las barbaridades a las que nos tienen acostumbrados.
Me temo que se equivoca. La esencia de este modelo es el peso subvaluado. Con o sin ley que lo autorice, a esta gente no le va a temblar la mano para volver a devaluar. Lo único que los detiene, por ahora, es el miedo a que se dispare aún más la inflación y se les complique, entre otras cosas, las posibilidades electorales:
Abre la puerta a la devaluación. Sin nombrarla, la devaluación es el verdadero objetivo de la diputada industrialista Marcó del Pont. Se modifica la carta orgánica del BCRA para perpetuar la actual redistribución del ingreso nacional a favor de los dueños de las fábricas, con el falso argumento de que el dólar alto genera crecimiento y empleo. ¿Desde cuándo es una condición necesaria para el crecimiento económico un "toquecito" de devaluación cada tanto? Si el argumento kirchnerista-industrialista fuera cierto, los países que crecen tendrían que experimentar una espiral de devaluación e inflación; no tendrían estabilidad de precios ni mercados hipotecarios a 30 años. La estrategia de desarrollo que postula Marcó del Pont conduce a una inflación permanente: se devalúa 5% y los precios aumentan 5%; entonces, se vuelve a devaluar y los precios vuelven a aumentar.
Roberto Frenkel publicó el domingo pasado un artículo en el que no se menciona nunca la palabra devaluación pero cuya trama conduce mecánicamente, como en Ana Karenina, la gran novela de Tolstoi, a un final inevitable: en este caso, devaluar el peso un poquito más, so pena de "arriesgar la sostenibilidad de la política monetaria y cambiaria". El punto de partida de su argumento es el balance del BCRA. En su activo figuran las reservas internacionales; en su pasivo, la base monetaria y la deuda cuasi-fiscal (Lebacs y Nobacs). El Banco cobra un interés de 4.6% anual sobre las reservas de dólares, por un lado. Y paga un interés de 0% a los tenedores de base monetaria (circulante y encajes bancarios) y de 10.2% anual sobre la deuda cuasi-fiscal en pesos, por el otro. Puesto que esta deuda representaba en abril pasado un 45% de los pasivos totales del BCRA, la más alta tasa de interés en pesos que el Banco puede pagar, sin caer en un déficit cuasi-fiscal, es 10.2%. Como esta tasa le parece un poco baja, Frenkel razona que el margen de autonomía de las políticas monetaria y financiera es reducido. Concluye que hay que hacer algo: aumentar el superávit fiscal para comprar más dólares sin necesidad de esterilización, ¡endurecer las restricciones al ingreso de capitales! o aumentar la tendencia del tipo de cambio.
No comments:
Post a Comment
Note: Only a member of this blog may post a comment.