Mario Vargas Llosa sobre el “socialismo del siglo XXI”. En fin, no tiene absolutamente nada de novedoso, se trata del clásico despotismo berreta latinoamericano de toda la vida. Y, como siempre pasó, a pesar del horror le sigue produciendo orgasmos espontáneos a tanta gente por todo el mundo:
El reportaje de Veja, pese a la pavorosa realidad de corrupción, amiguismo, demagogia y autoritarismo que describe, no es totalmente pesimista. Por una parte, confirma algo que yo sospechaba, al ver la valerosa manera como la oposición venezolana se movilizó contra el cierre de Radio Caracas Televisión. Que, ésta vez, el caudillo venezolano ha dado un paso en falso y el pueblo venezolano ha comenzado a abrir los ojos frente al monstruo que ha creado, dando su confianza y sus votos a un demagogo que puede llevar el país a la ruina y a una dictadura totalitaria. Las encuestas que transcribe Veja del Instituto Hinterlaces, de Caracas, son elocuentes: 78% de los venezolanos reprueban el anti-norteamericanismo de Chávez; 85% condenan el financiamiento político a otros países; 86% no quieren un socialismo a la cubana y el 86% están contra la confiscación de propiedades privadas. Más aún: el cuarenta por ciento de los venezolanos que votaron por Chávez en las elecciones de diciembre pasado declaran que hoy votarían contra él.
Todavía hay, pues, esperanzas para Venezuela. Y podemos asegurar, sin temor a equivocarnos, que el “socialismo del siglo XXI”, hechura del espadón matonesco pasará pronto, como una patraña más, de esas dictaduras esperpénticas de que está constelada la historia latinoamericana.
¿Qué llevó a millones de venezolanos a votar tantas veces en los últimos años a favor de Hugo Chávez? La corrupción que corroía a la democracia y la incapacidad de ésta para reducir la pobreza y las inicuas desigualdades sociales. Pero, en vez de optar por una alternativa libertadora, se pusieron la soga al cuello apoyando una política que ha triplicado en cinco años la criminalidad en el país, disparado la inflación, derrocha los recursos públicos financiando el extremismo marxista en todo el continente y manteniendo vivo al semicadáver cubano. Pero, sobre todo, a un régimen que ha añadido nuevas y más perniciosas formas de corrupción a las varias que el país arrastraba.
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