Jul 13, 2007

Rafael Correa, el clon de Chávez en Ecuador, se sintió aludido por El regreso del idiota, el último libro de Carlos Alberto Montaner, y le mandó una carta hecho un basilisco. Insisto, estos tipos son tan primitivos que están verdaderamente convencidos de que van a gobernar para siempre:

El presidente ecuatoriano Rafael Correa me ha escrito una áspera carta. No me reconoce ninguna autoridad para criticar sus actos de gobierno. No la tienen los veleidosos ''apóstatas que abjuraron de sus propios sueños''. A él, dice, sólo lo juzgará la historia. La carta es un acuse de recibo al envío de El regreso del idiota, un libro reciente que escribimos Plinio Apuleyo Mendoza, Alvaro Vargas Llosa y yo, prologado por Mario Vargas Llosa. En la obra --que retoma, diez años más tarde, el tema y la fórmula del Manual del perfecto idiota latinoamericano-- hay un breve capítulo dedicado a Correa donde se opina que este joven político, carismático y con un notable respaldo popular, es un consumado neopopulista, con la cabeza llena de disparates, que probablemente arrastrará a su país en la dirección del desastre.

En realidad, no puedo quejarme. El presidente Correa ni pide ni da cuartel. A un transeúnte que le hizo un gesto obsceno de desaprobación lo mandó arrestar. A los periodistas ecuatorianos, en general, los ha calificado de ''bestias salvajes'' por divulgar videos que comprometen la probidad de algunos funcionarios, mientras a Sandra Ochoa, una respetable periodista que le hizo una pregunta incómoda, como era su deber de informadora, la llamó ''gordita horrorosa''. Ante semejante lenguaje, ser calificado de apóstata es casi un dulce elogio. No obstante, lo más alarmante no es el uso de este inapropiado vocabulario en un gobernante que reivindica constantemente la majestad de la presidencia, sino el fondo de la cuestión: el señor Correa cree que cambiar de opinión es un hecho reprobable. No ha descubierto que eso es, exactamente, lo que distingue a las personas razonables e inteligentes de los seres dogmáticos.

1 comment:

  1. mi viejo le hubiera dicho, con todo respeto:

    "you may shove that letter up your arse, Sir."

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