Ernesto Poblet en Notiar. Insisto, yo creo que está relacionado con el concepto de la riqueza que impera en sociedades como la nuestra:
El odio tiene dos vertientes que lo nutren: la envidia y el resentimiento, especialmente éste que es la natural consecuencia de aquella. Los argentinos, por estar imbuidos hasta el tuétano de sentimientos tan perniciosos -fruto de una pertinaz acción centralista y mezquina ejercida desde sus orígenes- hemos desarrollado una cultura resentida contra la mejor manera de procurar abundancia para toda la sociedad.
Nos hicieron creer, inyectando un incomprensible odio hacia los que acumulan riqueza, que éstos lo hacen porque explotan a sus empleados impulsados por una suerte de orgasmo placentero. Y este equívoco no nos viene sólo de Marx y el sofisma anacrónico de la plusvalía. Obedece a causas más complejas y profundas.
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Los argentinos nunca hemos amado a nuestros escasos millonarios. Ni una calle ni un homenaje público para los pioneros del gran capital. Hasta debe pronunciarse esa palabra –capital- con un cierto rubor. Como si elaborar fortunas privadas fuese pecaminoso mientras se cree que implementar megaterios estatales es obra de próceres. Hasta en las marchas populares y canciones de protesta se enaltece el combate al capital.
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El argentino envidioso y devenido en resentido contra el éxito y creatividad del empresario victorioso prefiere creer que sólo se puede elaborar riqueza a través de la ilicitud o la expoliación. O peor aún, han comprado por décadas la falacia del Capitalismo de Estado de Hitler y Mussolini concordante en esencia con aquella Dictadura del Proletariado, ese disfraz que perversamente Lenin utilizara en 1917 para sustituir la eficiente actividad privada por el estatismo siempre asfixiante y corruptor.
Quisiera conocer el resultado de un verdadero examen de conciencia -de tantos demagogos y sensibleros que pululan en la Argentina- en el cual deban responder a estas preguntas: ¿a cuántas personas o familias en tu retórica vida les brindaste trabajo, pagaste puntualmente sus quincenas y les abriste la posibilidad a la educación y la salud…? - ¿serías capaz de producir lo suficiente para vivir con dignidad y lograr por ello que tus prójimos mejoren sus condiciones de vida…? - ¿sientes que tienes el talento suficiente para hacer filantropía con la misma riqueza que has hecho generar con tu esfuerzo…? - ¿no pesa en vuestra conciencia que tus medios de vida salgan de esa coactiva colecta que deben hacer los pobres trabajadores con el pesado margen del costo laboral que tus leyes populistas les imponen…?. Respóndete honestamente, con la mano en el corazón.
Buenísimo y clarisimo. Si yo escribiera (y razonara) bien hubiera escrito algo muy parecido.
ReplyDeleteEl que se dio cuanta de esto antes que todos fue el Coronel Pero y mira como lo aprovecho!
Víctor, me temo que nuestros problemas no comenzaron con Perón. Los arrastramos de más lejos.
ReplyDeleteNo, no digo eso empezó con el
ReplyDeletePocho, digo que él le encontro la "veta marketing" de estos sentimientos, les dio forma y los utilizo politicamente con gran éxito. Eso nomas.
Sí, creo que sí. Pero me temo que si no hubiera sido Perón lo hubiera hecho alguien más. Lo llevamos en el alma.
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