Sep 8, 2007

Pobrismo

Hace unos meses comentaba por acá del estreno del documental "Mine Your Own Business: The Dark Side of Environmentalism", sobre los esfuerzos de los “movimientos ambientalistas” para poner trabas al proceso de desarrollo de los países más pobres del planeta.

Este es el punto de vista de Álvaro Vargas Llosa:

Half a world away, when confronted with the argument that denying the people of Fort Dauphin a chance to obtain jobs would keep them poor, the leading critic of the ilmenite project and the owner of a luxurious catamaran pontificates to Gheorghe Lucian, an unemployed Romanian traveling with the film’s crew: “I could put you with a family here and you can count how many times people smile ... and I can put you with a family that is well-off in New York and London and you can count how many times they smile, and then you can tell me who is rich and who is poor.”

You can imagine what this esoteric interpretation of wealth sounds like to Lucian, the Romanian who graduated from Rosia Montana’s Technical College and is desperate to find a job. Two-thirds of his fellow villagers lack running water and use outside bathrooms even in freezing winter. For him, as for the other 700 prospective employees of the mining project back home, the choice is literally “between having a job and leaving.”


Insisto con lo que vengo diciendo por acá, durante décadas me tuve que bancar la cantinela de que la planificación centralizada de la economía era netamente superior a la economía de mercado y que el futuro de la humanidad pasaba por el socialismo a la cubana o de la ex Unión Soviética. Después del colapso del comunismo, los amantes del utopismo colectivista cambiaron el versito. El problema era que la economía de mercado no resolvía todos los problemas del mundo lo suficientemente rápido. Ahora, ante el peso de la evidencia, la objeción es que la economía de mercado es demasiado eficiente. Nos estamos volviendo demasiado prósperos y nuestra calidad de vida se está elevando demasiado rápido. Debemos elegir la pobreza voluntaria.

El objetivo es el mismo de siempre: un grupo de iluminados, los ungidos, deben decirnos cómo debemos vivir nuestras vidas. Por supuesto, estas recomendaciones son siempre para que las pongan en práctica los demás, nunca los que las formulan.

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