Desolador

No sé si se acuerdan de que hace unos días publiqué un artículo de Carlos Escudé de La Nación donde anuncia su conversión al kirchnerismo. Hoy me encuentro con su respuesta en un comentario en la que reafirma su defensa del actual modelo de país. Creo que vale la pena leerla.

Muy peliagudo. No estamos hablando de personajes a sueldo como González Fraga ni de idiotas útiles como Teresa Parodi o Mercedes Sosa. Me preocupa mucho que alguien a quien considero muy preparado y de mucha valentía repita estas cosas. Creo que habla a las claras de la monumental confusión en la que estamos inmersos como sociedad. Si nada menos que Carlos Escudé dice estas cosas, ¿qué le queda a mi Tía Pilar o a Cacho el taxista?

Si se tratara de cualquier otro analista, diría que no tiene la menor idea de lo que dice. En el caso de Escudé, creo que es otro el problema. Carlos no come vidrio.

¿Hace falta explicarle a Escudé que en la Argentina de Kirchner la concentración de la riqueza alcanza niveles récord, nunca vistos en la historia económica del país?

¿Hace falta recordarle la relación directa que existe entre la discrecionalidad de los funcionarios y la corrupción?

¿Hace falta recordarle que este “modelo” no tiene absolutamente nada de novedoso y que se basa en comerse el capital de lo que se invirtió durante los 90?

¿Realmente es necesario explicarle que las supuestas mejoras de las cifras de pobreza e indigencia están basadas en estadísticas falsas y que son absolutamente transitorias?

¿O Escudé sinceramente cree que es posible generar riqueza por decreto?

Insisto, si uno de los observadores más competentes del país da por ciertas cuestiones que no se condicen con las estadísticas y la experiencia nacional e internacional en la materia, el problema es otro. Hemos dejado el ámbito de lo racional y hemos entrado al ideológico, emocional o cultural, como quieran llamarlo.