De la serie "comentarios que ameritan un post", transcribo este de El Enmascarado, un comentarista destacado.
Quiero dejar en claro que mi comentario en el post original no tenía como objetivo aludir a nadie en particular. Fue una broma por el hecho de que Edwards, el entrevistado, es chileno y no dice cosas muy agradables de la situación argentina.
Tal vez por mi evidente paranoia, me siento aludido por el comentario de Louis. Desearía aclarar que no pienso que todos los chilenos odien a la Argentina, en realidad es a los argentinos a los que la mayoría no se bancan.
Es cierto que hay algunos chilenos que simplemente no nos quieren y otros, pocos comparativamente sobre el total de la población, que tienen afecto por nosotros, especialmente por los mendocinos, por Pampita, Luciana Zalazar y otras. Comparten, en general, con los provincianos el rechazo hacia los porteños e ignoro qué sentimientos abrigan por los argentinos de zonas no limítrofes como Tucumán, Misiones o el Chaco.
Me consta que no se inculca en sus escuelas el amor hacia la Argentina (no tendrían por qué hacerlo y de todas maneras en las nuestras tampoco se lo hace evidentemente), pero sí se enseña que les robamos la Patagonia. De San Martín no se habla, salvo para decir que fusiló a los hermanos Carrera y, antes de que se solucionaran los conflictos limítrofes, cada vez que se producía algún incidente fronterizo se acordaban de su busto (el de san Martín, no el de ellos) para tirarlo al Mapocho (aclaro que es el río que atraviesa Santiago de Chile porque temo que no han vivido en Chile).
En un gesto fraterno durante la guerra de las Malvinas, Pinocho (el honesto y honorable que nunca se guardó un peso ni mató a nadie) apoyó decididamente a los ingleses, cosa que tiende a molestarme, tal vez por mi patriotismo futbolero (yo lo llamo patriotismo porque el fútbol no es lo mío), dado que cuando alguien ayuda a mi enemigo EN UNA GUERRA percibo que me está jodiendo de una manera importante. Tal vez Chile podría haber intentado buscar una forma diplomática para ayudar a evitar la guerra y restablecer la cordura perdida por Galieri y Cia.
Cuando la guerra del Pacífico (no la de USA contra Japón sino la de Chile contra Bolivia y Perú)los chilenos, temerosos de sufrir un ataque argentino por la espalda, enviaron al Ministro Balmaceda para obtener la neutralidad argentina. Balmaceda se entrevistó con el Canciller del Presidente Avellaneda, Montes de Oca, y éste le aseguró que "la Argentina no tomaría ventajas de las dificultades de Chile". Y fuimos neutrales aunque teníamos tantos puntos en litigio que, con Roca, casi vamos a la guerra.
Por puro afecto es que, luego de las Malvinas, se ha hecho norma en los estadios chilenos gritar algo así como "mandarina, mandarina, si tienen tantos huevos, recuperen las Malvinas", simpática alegoría si las hay.
Entre chilenos y argentinos históricamente hubo muchos conflictos y cagadas recíprocas, pero ninguna comparable a lo de Pinocho, ni siquiera lo del gas es comparable.
En contrapartida, hay muchísimas chilenas a los que les caen muy bien los argentinos, incluso los porteños, y hasta diría que especialmente los porteños, lo que demuestra que deben estar locas.
En lo personal, no guardo rencores a los gentilicios sino hacia personas concretas, así como a sus conductas, y trato de no imaginarme que hay un mundo donde todos nos quieren y otro donde todos nos odian, como muchos creen. Tampoco creo que la Argentina sea el mejor país del mundo, que no lo es, pero sé que no es el peor porque algo he vivido, leído y viajado. Simplemente es mi país y, en cuestiones exteriores, sigo la vieja enseñanza británica "Right or wrong, my country".
Mis disculpas por lo extenso del comentario.
Yo (el enmascarado)
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