Como decía hace unos días, la sensación que me queda a la distancia es que, una vez más, todo el mundo en Argentina está esperando el desenlace kirchnerista en el medio de una indiferencia y resignación generalizadas.
Yo no noto el menor proceso de aprendizaje. Tal vez desde adentro la cosa sea diferente. El argentino promedio parece tener más claro ahora que los Kirchner son muy malos y que se los quiere sacar de encima. Pero no mucho más que eso.
¿Hay una toma de conciencia sobre el suicidio institucional que representa el populismo? Para nada.
El “modelo” es el correcto, lo que falla es su implementación.
Ante esa situación, no debería sorprender a nadie que, una vez que el Néstor y su esposa salgan de escena, se vuelva a intentar una salida a la Duhalde en enero de 2002.
Siempre se puede estar peor.
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