"[...] Lo que yo encontraba tan fascinante era en parte esa escala inmensa, los enormes volúmenes de espacio ocupados por los brazos y las piernas que parecían confirmar la identidad de mis propios miembros en miniatura, pero sobre todo el hecho categórico de la existencia del gigante. No hay cosa en la vida, quizá, que no pueda ser motivo de dudas, pero el gigante, muerto o vivo, existía en un sentido absoluto, dejando entrever un mundo de absolutos análogos, de los cuales nosotros, los espectadores de la playa, éramos sólo imitaciones, diminutas e imperfectas. [...]"
-- El Gigante Ahogado
"[...] A la mañana siguiente sacaron a Falkman del ataúd y lo subieron por las escaleras hasta el dormitorio que daba a la calle. Le quitaron la sábana enrollada que le cubría el cuerpo endeble, vestido sólo con un grueso pijama de lana. Falkman yació inmóvil entre las sábanas frías, con una expresión de reposo en el rostro ciego y gris, ajeno al suave llanto de la hermana sentada a la cabecera de la cama, en la silla de respaldo alto. La hermana solo se contuvo, ya más desahogada, cuando llegó el doctor Markham y le puso una mano en el hombro. Casi como si esto fuera una señal, Falkman abrió los ojos. [...]"
-- Tiempo de Pasaje
Descansa en paz, JG.
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