¿Servirá toda esta locura para que los argentinos, incluida su clase dirigente, entiendan de una buena vez que hace falta hacer cumplir la ley ante los cortes de calles y rutas?
En Montreal hubo un conflicto del sindicato de empleados de hoteles que duró más de seis meses. Cada hotel de la ciudad tenía un piquete (estilo quebeco) en la puerta. Alrededor de las ocho de la mañana llegaba una furgoneta del sindicato con unos 7 u 8 activistas, bajaban los carteles y, previo cafecito de Tim Hortons (no es chiste), se ponían a caminar POR LA VEREDA del hotel hasta que llegaba el siguiente grupo a reemplazarlos. Nada de gritos, nada de pirotecnia, nada de capuchas, nada de palos, nada de altoparlantes con música o marchitas, nada de interrupciones o interferencias a la circulación de vehículos, ni de peatones ni de clientes de los hoteles.
Vuelvo con mi propuesta de siempre, la maravilla de los incentivos. Cuando se lo comentaba a amigos y conocidos en Argentina se me lo defecaban de hilaridad:
Todo acto multitudinario en espacios públicos, a favor o en contra del gobierno, nos sea o no afín ideológicamente - marchas, manifestaciones, actos, paros, protestas, etc. – debe necesariamente contar con una autorización previa del gobierno local. Creo que un mes de anticipación debería ser suficiente.
Los organizadores del evento deben hacerse responsables civil y penalmente de cualquier problema antes, durante o después del mismo (si la marcha la organiza el sindicato de fabricantes de baleros y afines de la RA, el sindicato es responsable legalmente de la conducta de los participantes).
Para obtener una autorización, los organizadores del evento deben depositar en garantía una suma directamente proporcional a la asistencia de público esperada para cubrir cualquier daño que pueda tener lugar en la propiedad pública o privada (yo creo que una cifra simbólica podría ser de unos 20 o 30 dólares por participante, por lo menos mientras el ingreso por habitante siga en los niveles actuales). Esta propuesta tiene el beneficio adicional de contribuir a acotar las típicas exageraciones de los organizadores sobre la cantidad de participantes para declarar que fue todo un éxito.
Las autoridades locales delimitan el espacio exacto en el que puede tener lugar el evento, las calles por donde circulará, las calles para desconcentración, etc. Todo desvío de los lugares autorizados habilitan a las autoridades a retener parte de la garantía y/o a iniciar acciones judiciales a los organizadores del evento.
Las autoridades locales delimitan la duración del evento, la hora de inicio y la hora de finalización. Todo desvío del horario habilita a las autoridades a retener parte de la garantía y/o a iniciar acciones judiciales a los organizadores del evento.
Los manifestantes son acompañados (escoltados, si prefieren) durante todo el trayecto y toda la duración del evento por la policía local, para asegurarse de que todo sea lo más fluido posible.
Quedan terminantemente prohibidas las capuchas, armas de todo tipo (incluidos los palos, objetos cortantes, proyectiles, botellas, etc.). Los requisitos para participar deberían ser los mismos que para ingresar a una cancha de fútbol.
Los manifestantes pueden insultar o agredir con absoluta libertad (con cánticos o carteles), pero los organizadores del evento son responsables ante cualquier demanda judicial de los que se consideren agraviados.
Luis, vos sos de los que quieren criminalizar la protesta social.
ReplyDeleteAhora en serio, si no pueden controlar a los que defecan sus graffittis en lugares privados... como van a implementar esto ?
Pese a que sabía que era así, una de las cosas que más me impresionó en los EE.UU. fue ver una marcha de protesta a no se qué con los típicos carteles de los cartoons sobre la vereda.
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