Ayer veía las encuestas sobre las elecciones municipales del 1ro de enero. El 25% de los entrevistados sostiene que el objetivo principal del próximo gobierno local debe ser reducir el nivel de gasto del municipio (comparto 100%) y otro 25%, el inconciente colectivo, sostiene que la prioridad debe ser fomentar el uso del transporte en común en la ciudad.
Por supuesto, TODOS los candidatos a intendente se pelean para ver quién va más allá con sus propuestas para su fomento, desde ampliar el recorrido y los horarios hasta hacerlo gratuito para todo el mundo.
Como comenté alguna vez por acá, la municipalidad no sólo subsidia el costo de los pasajes sino que es la propietaria de la compañía de colectivos urbanos. Entre 2005 y 2009 la tasa de utilización pasó del 6 al 7%, un aumento del 17%, y el costo anual del subsidio en el mismo período pasó de 6.968.900 dólares a 10.570.400, un aumento de 52%. El nivel de disparate es tan fenomenal que hasta los más acalorados defensores se están dando cuenta de que es insostenible.
Un amplio sector de la población de la ciudad insiste en financiar un servicio que no utiliza nadie. Me encantaría conocer el grado de superposición entre el 25% que sostiene que la municipalidad debe reducir los gastos y el 25% que sostiene que se debe gastar más en el transporte público. No sé por qué tengo la sensación de que entre los primeros hay una mayoría de contribuyentes, aportantes netos al sistema, y entre los segundos personas con ingresos por debajo del mínimo imponible para ganancias, receptores netos de los beneficios de los planes sociales financiados con los impuestos.
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