Néstor Kirchner está jugando su juego. Pero no juega solo. No podría haber llegado hasta dónde llegó si hubiera tenido una verdadera oposición a su proyecto. No hay oposición política ni tampoco tiene oposición entre los empresarios. Todos, unos más, unos menos, se sienten más cómodos recibiendo algún subsidio que ganándose el pan con el sudor de la frente. Incluso los tamberos. «El presidente de la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados, Alberto Cantero, señaló que la medida "no es intervencionista, al contrario, hay participación"». Y los tamberos la avalan. Y la oposición no se opone.
Lo que pasa es que mientras este sector (o cualquier otro) se siga dejando meter el dedo en el culo (y hasta gozándolo en forma masoquista) por parte del poder mafioso político, y echándole la culpa de todos sus males a la cadena intermediaria de distribución, lo más probable es que desaparezcan, o al menos los más débiles.
Si no se plantan y se ponen firmes (propongo invadir la quinta de Olivos con doscientas vacas o llenarle de leche los pasillos de la Rosada), se los van a comer crudos y los pocos negocios que queden serán para los amigos de los KK.
Eso sí, lloran y patalean pero a nadie se le va a ocurrir defender como primordial los principios del libre comercio y la negación de plano al saqueo del estado. Tienen terror de ser señalados como golpistas (o peor aún, "neoliberales", de derecha, o nostálgicos de los 90)
Néstor Kirchner está jugando su juego. Pero no juega solo. No podría haber llegado hasta dónde llegó si hubiera tenido una verdadera oposición a su proyecto. No hay oposición política ni tampoco tiene oposición entre los empresarios. Todos, unos más, unos menos, se sienten más cómodos recibiendo algún subsidio que ganándose el pan con el sudor de la frente. Incluso los tamberos. «El presidente de la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados, Alberto Cantero, señaló que la medida "no es intervencionista, al contrario, hay participación"». Y los tamberos la avalan. Y la oposición no se opone.
ReplyDeleteLo que pasa es que mientras este sector (o cualquier otro) se siga dejando meter el dedo en el culo (y hasta gozándolo en forma masoquista) por parte del poder mafioso político, y echándole la culpa de todos sus males a la cadena intermediaria de distribución, lo más probable es que desaparezcan, o al menos los más débiles.
ReplyDeleteSi no se plantan y se ponen firmes (propongo invadir la quinta de Olivos con doscientas vacas o llenarle de leche los pasillos de la Rosada), se los van a comer crudos y los pocos negocios que queden serán para los amigos de los KK.
Eso sí, lloran y patalean pero a nadie se le va a ocurrir defender como primordial los principios del libre comercio y la negación de plano al saqueo del estado. Tienen terror de ser señalados como golpistas (o peor aún, "neoliberales", de derecha, o nostálgicos de los 90)