Los hijos y entenados del mundo

Se calcula que en Canadá hay radicados unos 100 mil haitianos. Muchos de ellos viven en Québec, principalmente en Montreal, por el idioma. Hay muchos famosos de ese origen, deportistas, artistas de televisión y hasta la Gobernadora General, la representante de la Reina de Inglaterra en Canadá.

Ayer a la tarde escuchaba en la radio el reportaje a un cómico de origen haitiano. Este señor básicamente dijo explícitamente lo que piensa mucha gente. Empezó diciendo que ante el desastre del terremoto de su país no se debería haber llevado a cabo la transmisión de los premios Golden Globe. En su opinión, fue una demostración de falta de sensibilidad ante el sufrimiento de su pueblo y que no alcanzaba con que los participantes se prendan una cintita en la solapa.

Y terminó expresando su convicción de que la ayuda humanitaria a Haití no debe limitarse a desastres naturales, sino que debe continuar indefinidamente, porque las necesidades de los haitianos no se terminan después del terremoto.

Yo sigo creyendo que la ayuda humanitaria es necesaria en el cortísimo plazo, ante situaciones de catástrofe, como la del terremoto de Haití, pero es una idea espantosamente mala como estrategia de mediano y largo plazo.

Entre los problemas que genera está casualmente el de contribuir a perpetuar la situación de miseria y atraso incentivando la pasividad y generando una dependencia del asistencialismo. Parece mentira, pero llega un momento en que aprovechando el sentimiento de culpa de tantos en los países más ricos, mucha gente empieza a considerar que vivir eternamente de la limosna es un derecho adquirido.