Mar 9, 2010

En gran medida, el argento promedio – me refiero a la gran clase media progre nacional y popular – no come vidrio. Envidiosos y resentidos, sí; giles, jamás. Por conveniencia o por despecho ideológico, termina comprando todos los buzones pobristas a sabiendas de que la cosa va a terminar muy mal, como pasó siempre.

Sabe perfectamente que cuestiones como las que repite Mujica en Uruguay son tan elementales, tan para empezar a hablar, que da calambre. Pero no puede con el genio.

Es de suponer que en algún momento terminará de entender – por lo menos mientras le dure el espanto – que dársela de rebelde sin causa adolescente a los 40 y pico es una pésima estrategia para levantar minitas.

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