Millones de argentinos siguen dedicando todas sus energías a tratar de justificar/sentirse bien haciendo las cosas mal en lugar de empezar a hacer las cosas bien:
Esta misma confusión se ha trasladado, lamentablemente, a varios analistas y políticos que sostienen, en la Argentina del Bicentenario, que no están probados los efectos devastadores de la alta inflación, la corrupción, y la debilidad de las instituciones sobre el crecimiento económico de largo plazo, la distribución del ingreso y la calidad de vida.
También ellos –nosotros– se sienten cómodos en medio de la inflación. No alcanza, al parecer, con el retroceso relativo de nuestro país frente a quienes han seguido otras políticas.
No alcanza, tampoco, con el hecho de que gran parte de la región crece más que la Argentina, pero con tasas de inflación bajísimas y con genuinas mejoras en la distribución del ingreso.
Argumentan, en cambio, que en la historia hay casos de países de supuesto éxito con alta inflación y corrupción. Pero alegar que no está probado que un contexto de alta inflación y de corrupción generalizada afecta el crecimiento económico de un país y la prosperidad de sus habitantes es como sugerir que no está probado que el cigarrillo afecta la salud porque “mi abuelo fumaba tres atados por día y vivió hasta los 90 años”.
Es que lo económico, lo político y lo cultural,son trillizos...si no es que son siameses...
ReplyDeleteSí, claro, se trata de países petroleros, y ya sabemos en qué terminan, sacando Noruega.
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