Más allá de la corrupción galopante, a una escala que hace que Argentina parezca Suiza, del nivel increíble de crimen violento, de una infraestructura atada no ya con alambre sino con hilo sisal, hasta qué punto el auge de Brasil está atado al boom de las materias primas (que sí supieron aprovechar, a diferencia de Argentina).
De todos modos, esto es innegable y me da mucha sana envidia:
En el panel de la Conferencia de las Américas, todos los participantes estuvieron de acuerdo en que Brasil se ha convertido finalmente en un país previsible, en el que -a pesar de los cambios de gobierno- los presidentes han mantenido las políticas económicas durante los últimos 16 años, generando confianza y crecientes inversiones domésticas y extranjeras.
Pasar de ser un país pedorro inestable a uno pedorro estable es un avance extraordinario.
(Más del tema)
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