Nov 22, 2010

Es realmente de locos

Con el espantoso historial del país en la materia no se entiende muy bien cómo es posible que todavía sea necesario seguir explicando que la inflación es la peor forma de ajuste.

Muy interesante columna publicada a mediados de 2001 en La Nación sobre los orígenes de este fenómeno en Argentina. No se pierdan esta frase:

"Ese período, que naufragó en 1948, se caracterizó por su fe en creer que los decretos y las disposiciones tienen la facultad mágica de crear la riqueza y el bienestar social casi de un día para el otro".

Vuelven a tropezar con la misma piedra una y otra vez, convencidos de que en algún momento seguro que va a salir bien.

(Gracias, Perogruyo)

2 comments:

  1. Como diría Scioli, con fe, con esperanza, metiéndole garra, porque Dios es argentino, se puede.

    Es la tesis vitalista. La tesis vitalista creía también que Maradona era un DT o que Aerolíneas puede ser una empresa viable, manejada por hijos inexpertos.

    Disculpe que traiga nuevamente a colación a mi amiga Alicia (que en otros blogs, académicos éllos, del tipo pollito BB, es considerada lite o dogmática):

    "... Si un hombre toma sus emociones como la causa y su mente como su efecto pasivo, si se guía por sus emociones y sólo usa su mente para racionalizar* o justificarse de alguna manera, entonces está actuando inmoralmente, está condenándose a la miseria, fracaso, derrota, y no logrará nada más que destrucción, la suya y la de los demás."

    *racionalización: proceso, no de percibir la realidad sino, de intentar que la realidad se adapte a nuestras emociones.

    La tesis vitalista sólo se sostiene parcialmente cuando los recursos son infinitos, ésto es, hasta que la herencia se termina y/o los siervos se rebelan.

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  2. Recién la terminé de leer, es excelente. Yo rescato este párrafo, Miranda era el presidente del Banco Central de Pedos frases:

    Miranda apostó a la industrialización acelerada y a la tercera guerra mundial. Diego Luis Molinari, embajador viajero, reforzaba este error con una sentencia: "La posguerra no durará seis años". En los tramos de la contienda mundial anteriores al golpe de 1943 el ejército había lanzado críticas contra Raúl Prebisch, entonces gerente general del Banco Central, por no haber invertido parte de las reservas en comprar abastecimiento para superar un período tan crítico. Prebisch explicaba entonces que es muy difícil adivinar el estallido de una guerra y, por otra parte, conviene más ahorrar divisas que gastarlas. La estrategia de Miranda fue diametralmente opuesta a la de Prebisch: con los 1600 millones de dólares que el país disponía, se compraron los ferrocarriles y casi todas las empresas de servicios públicos que estaban en manos extranjeras. Repatriar empréstitos significó una hemorragia de 800 millones de dólares. Miranda adquirió además maquinarias, equipos industriales y material de guerra para reequipar a las Fuerzas Armadas. A la vez guardó en los silos dos cosechas de maíz y lino, porque las ofertas europeas no pagaban precios convenientes. Pero el Plan Marshall inundó a los pueblos del Viejo Mundo con trigo y maíz regalado. "Y hubo que tragarse el cereal que teníamos guardado", se lamentó siempre Gómez Morales.

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