Siempre caemos recurrentemente en el mismo tema, los argentinos no usan los medios necesarios para alcanzar los fines que se proponen. La mayoría de los argentinos quiere un trabajo fijo, por un sueldo y con ese sueldo poder comprar un terrenito para construir una casa, o comprar directamente la casa o un departamento. Después comprar un auto usado hasta llegar al 0km. En su carrera burguesa, al argento promedio le gustaría terminar teniendo dos autos y una casaquinta para los fines de semana o un departamentito en la costa. Y si es por pedir, poder ayudar a sus hijos a comprarse una casa.
A la mayoría de los argentinos no le interesa la revolución socialista, ni la dictadura del proletariado, ni que sus hijos sean obreros o campesinos. Quieren una vida burguesa y que sus hijos suban unos escalones en la piramide, que sean empleados administrativos, técnicos calificados o profesionales. Por eso no se explica las elecciones que hacen y el discurso progresista de distribuir lo que hay y no preocuparse por generar más. La eterna pelea por distribuir una torta que cada vez se achica más, porque todos son maestros del cuchillo pero nadie se dedica a cocinar. Es un pelea interminable para ver quién vive de quién sin producir nada.
En esto no hay muchos secretos, si la gente quiere cobrar mejores salarios reales, o sea, que le alcance para comprar todos los bienes y servicios de su sueño de pequeño burgués, lo que necesita es grandes inversiones de capital de gente que reside en el país y de extranjeros. Para que los que residen en el país puedan juntar grandes capitales, no hay que matarlos a impuestos, ni saquearlos con la inflación, pesificaciones, corralitos, etc.
El sueldo promedio de la gente depende de la tasa de capitalización del país, no busquen más por otro lado. Si un empresario abre una fábrica de última generación donde invierte 1.000 millones de dólares y contrata 100 personas, la tasa de capitalización per cápita es de 10 millones de dólares por empleado. Si su negocio rinde el 10% anual sobre el capital invertido, le da 1 millón por empleado por año. Eso le da una capacidad de pagar un alto salario por empleado. En cambio si otro empresario abre un taller con tecnología del siglo XIX invirtiendo 500.000 dólares y contrata 100 empleados, la tasa de capitalización es de 5.000 dólares por empleado. Si su negocio rinde también el 10% anual sobre el capital invertido, tiene 500 dólares por empleado por año. El último solo puede pagar salarios de hambre y miseria.
Sigamos combatiendo al capital que de esa forma nos aseguraremos la pobreza de nuestros hijos y nietos.
Comparto, Rothbard.
ReplyDeleteEl problema es que millones de argentinos están convencidos de que es perfectamente posible vivir como en Canadá produciendo como en Bolivia.
Cooperativas con sueldo de multinacional.
ReplyDeleteMe parece que te quedaste en el tiempo. Esa era la argentina de mis padres, de mi infancia. Hoy los habitantes del gran buenos aires no se como piensan. Los muchachos con el pochito al reves, los fieritas crees que tiene esas aspiraciones? Me parece que hay un porcentaje creciente de argentinos que esperan vivir de subsidios para fumarselos en birra, faso y minas.
ReplyDeleteAnónimo, creo que Rothbard habla de la clase media.
ReplyDeleteEn cantidad, la clase media somos cada vez menos... y en calidad, ni hablar!
ReplyDeleteLo que se ha engrosado en número es la clase media Digna.
ReplyDeleteA esta altura del partido (auspiciado por "La Cámpora" y "agrupación Evita") ya no sé qué es "clase media" y con qué criterio se pueden hacer divisiones clasistas.
ReplyDelete