Otro artículo de Richard Fernández, traducido por el Mayor Payne.
El original en inglés está acá.
BlackBerry Fields Forever
Por Richard Fernández
"Es increíble que no se haya cerrado el Messenger de BlackBerry": Asesor del alcalde pide prohibición de "herramienta" de disturbios — Daily Mail
Alto jefe policial advierte en contra el uso de balas de goma contra los manifestantes — Guardian
Medios sociales son empleados para promover los disturbios en el Reino Unido — AP
Por supuesto que los Blackberry y los medios sociales también pueden ser usados para pedir ayuda a los vecinos o para solicitar asistencia policial. Pero cuando los ciudadanos comunes y corrientes tienen prohibido actuar por su propia iniciativa ("dejen que la Policía haga su trabajo"), esencialmente se les priva de comunidad, que es en cierta forma no exactamente, pero sí similar a ser privado del derecho de asamblea. El ciudadano que acata las leyes se convierte en un individuo atomizado con una única relación legítima: la de subordinación respecto del Estado todopoderoso. Brian Micklethwait describió el problema: cuando los segundos cuentan y la policía está a días de aparecer, ¿cómo puedes ser un espectador mientras tu casa arde?
"El problema con "dejar que la Policía haga su trabajo" es que en el lugar preciso en el que vives, o en el que solías vivir, su trabajo probablemente no comience, si es que comienza alguna vez, hasta dentro de una semana más o menos. En el ínterin, dejar que la Policía haga su trabajo significa dejar que los malditos saqueadores y pirómanos hagan su trabajo, sin que nadie les ponga un dedo encima, siendo que ponerles un dedo encima a ellos es ilegal. Esta es una política condenada. Si la mayoría de las personas se ven obligadas por ley a ser sólo espectadores neutrales en una guerra entre ellos y la barbarie, la barbarie gana. El derecho a, como mínimo, emplear la fuerza en defensa propia debe ser reclamado. La Policía, como hemos insistido durante décadas los defensores de una política que no desarme a las víctimas del crimen, no puede estar en todas partes. No pueden instantáneamente atender cada crimen, y prevenirlo mágicamente. Sólo las víctimas potenciales o reales del crimen pueden a veces prevenir inmediatamente o castigar inmediatamente el crimen, si tan sólo no lo tuvieran prohibido."
El problema con el moderno Estado de bienestar es que el único electorado al que responde es al de los votantes cuyas lealtades son compradas. A los demás, aquellos cuyas lealtades se otorgan gratis, se les fijan impuestos para pagar a los votantes que deben ser compensados por obedecer la ley. Dado que hay una correlación demasiado grande entre aquellos que pagan impuestos y la obediencia a la ley, el gobierno puede de manera realista olvidarse de los contribuyentes. Harán lo que se les diga como ovejas incluso cuando mientras sus casas arden. Por descarte esto deja sólo a los votantes de alquiler como objeto de preocupación.
Quizás eso sea probablemente la razón por la que la secretaria del Interior británica, Theresa May, pareció esforzarse tanto al pedirle a la "Comunidad" que ayude a poner fin a los disturbios, algo que uno hubiera pensado que era tarea de la policía. "Comunidad" es uno de esos términos especiales que dicen más por aquellos que están excluidos que por aquellos que están incluidos. Para pertenecer a uno de esos grupos reservados, que son los únicos que parecen tener derecho de actuar en momentos de inquietud pública, debes estar en una lista que nunca debe ser nombrada so pena de ser acusado de prejuicioso. Pero pertenecer tiene sus privilegios. Como la secretaria del Interior le dijo a la prensa, la labor policial es en gran medida cuestión de conseguir la cooperación de los líderes comunitarios:
"La forma en la que cumplimos la labor policial en Gran Bretaña no es a través del uso de cañones hidrantes", dijo la secretaria del Interior Theresa May a Sky News. "La forma en la que hacemos la labor policial en Gran Bretaña es mediante el consentimiento de las comunidades.”
Esa frase expresa el cambio definitivo de poder de la era del Estado de Bienestar. La elite política depende ahora de sus votantes alquilados para seguir en el poder. El precio que el "Estado todopoderoso" debe pagar por el poder es estar siempre a disposición de sus ciudadanos menos serviles. Ese es el trato y es un trato con el Diablo. Aquellos que pagan la farsa permanecen como espectadores, extraños en una tierra extraña.
La Reserva es en última instancia una trampa para todos. Sin embargo, la puerta permanece abierta, bloqueada únicamente por el meme con la espada llameante.
Back to basics: Hobbes & Locke, right now!
ReplyDelete