Y, ahora, deténgase a pensar un momento. ¿Por qué Microsoft o Coca-Cola valen lo que valen? ¿Porque tienen ambas un almacén gigantesco repleto de miles de millones de sistemas operativos y de latas de cola? No precisamente: las mercancías presentes de esas compañías son una minúscula parte de su valor de mercado; a fecha de hoy, por ejemplo, Microsoft tiene un valor bursátil de 204.000 millones de dólares y sus inventarios apenas ascienden a 1.000 millones; Coca-Cola asciende a 150.000 millones con unos inventarios de apenas 3.000. ¿De dónde viene entonces el enorme valor de mercado de estas empresas que convierte a sus principales propietarios en los hombres más ricos del planeta?
Pues de los bienes que se espera que produzcan dentro de 5, 10 ó 20 años. Dicho de otra manera, Microsoft, Coca-Cola (y todas las demás empresas) no son valiosas por lo que han producido hasta la fecha hoy, sino por lo que producirán mañana. Es más, me atrevería a decir que ni siquiera derivan su valor de lo que producirán mañana, pues nadie, ni siquiera Bill Gates, sabe qué productos sacará a la venta Microsoft dentro de 20 años (en el caso de Coca-Cola este juicio predictivo resulta algo más sencillo). El valor de las compañías –y por tanto, el patrimonio de los “ricos”– procede de su capacidad para generar, mantener y ampliar un modelo de negocio que sirva al consumidor mejor que sus competidores, esto es, de su capacidad para generar beneficios de manera sostenida a lo largo del tiempo (lo que en términos contables se conoce como “fondo de comercio” o Goodwill).
Ahora si el valor de una empresa depende de la capacidad de generar flujos de fondos positivos en el futuro y no de los bienes que posee, ¿cuánto valía una empresa estatal repleta de ñoquis corruptos que se afanaban hasta el agua del florero, que perdía dinero, que jamás tuvo una cultura empresaria de eficiencia, ni estuvo orientada a satisfacer a sus clientes, y con más de 30 años de desinversión?
Rothbard, la expresión “joyas" para referirse a las ex empresas estatales argentinas es muy apropiada: eran carísimas y no servían para absolutamente nada.
ReplyDeleteUds. se están olvidando de la soberanía y la dignidad como valores esenciales de una empresa nacional y popular.
ReplyDeleteTexto incomprensible para un kirchnerista....
ReplyDeletePero recuperamos la soberanía de los cielos
ReplyDeleteajajajajjajajajajajajajajaja
Juan Ramón Rallo: Un maestro ese pibe! (Sí tiene menos de 35, es un pibe)
ReplyDeleteHerr Klaus.